Publicado por Memo el 3 de Mayo de 2009 a las 3:17am
+ 4.10.- CONTESTO A TU PREGUNTA. 4.12.- BIENVENIDA AL CAPITALISMO+ Olimpia Ortiz Jass, en AFLORA LA ESCRITORA LA ESCRITORA QUE LLEVAS DENTROEn nuestro ejercicio LO QUE NUNCA DIJE, faltan por ser publicados on line los trabajos de Ruby Red, Esperanza, Marina Azul Celeste, Maya (su última participación) y Tina Nieto.LA GRAN EDITHOlimpia Ortiz JassTodo estaba bien hasta que mi señora murió, entonces yo sólo era el hombre y como hombre uno tiene sus ventajas. Yo fui un papá de esos que salían a trabajar a la capital, no me fui por gusto, la necesidad me llevó, y después el deseo de buscar un lugar para mi hija Edith. Es difícil mantenerse del campo; los de la ciudad reniegan de uno, que ¡cómo cambiar la tranquilidad y el aire puro por la ciudad! que allá se come sano, bueno comen los que tienen y ¿los que no, qué? nosotros los de pueblo también tenemos derecho a estar mejor y si en la ciudad hay la forma, uno allá va. Imagínese, de pronto me veo viudo y con cinco hijos, y usted dirá que otros tienen más y no se quejan, no lo dudo. Lo que si… que no hay cosa más triste que ser viudo, sin Josefa me sentía muy solo; las mujeres como quiera son fuertes, si el marido se les muere, luchan, si el marido las deja, no se les cierra el mundo y por más tristes que estén buscan la salida, pero un hombre…bueno ese era mi pienso.Así le digo… algo tenía que hacer, eran cuatro hijos buenisanos y la enfermita, que aunque malita y todo comía, eso me alegraba, porque no hay gusto mayor que ver comer a los hijos, claro cuando hay qué darles, que cuando no, ¡ay Diosito, no quisiera uno que les llegara el hambre! Cuando mi señora vivía yo iba al pueblo cada dos o tres meses, por mí hubiera aguantado más, pero había que dejarle los centavos a la mujer, y luego una miradita a los chamacos. Los muchachos son como la milpa, hay que andar quitándoles la malayerba, si no, no se dan bien, mi papá así nos educó, cuando chico se me hacía exageración, pero ya de padre uno cambia. Por eso aunque México quedara lejos, yo le daba sus vueltas a mis chamacos, a mi mujer y a la niña, que es la obligación del hombre, si no uno para que se casa, ese todavía es mi pienso.Allá no tuve tierras y dinero menos, algo había qué hacer y me vine a la ciudad con la idea de ganar más y darles estudios a los hijos y claro ayudar a la enfermita, ellos como quiera, buscando el modo tenían que salir adelante, pero mi enfermita. ¡Ay la niña! tan bonita que nació mi Edith, ¡cómo me preocupaba mi niña! Uno cuando los ve chiquitos no se imagina los calvarios… Yo supe de su problema por el radio, porque yo la verdad no sabía nada de su problema, su mamá murió pensando que era mudita, me la encargó mucho. “Hazle de este modo, si no te resulta así búscale… haz la lucha para que hable, yo como quiera le entiendo, pero tú…”, así me decía ella. Yo no veía que estuviera tan mal, más bien estaba rara. Le gustaba observar, mirar muy bien las cosas, los objetos, a la gente ni caso, ni a nosotros, era como un almita. Después le dio por sacudir las manos, de repente un berrinche inesperado, eso nos daba a entender que algo debía sentir en su corazón, en su cuerpo, en su pensamiento; allá cada y cuando nos daba esos mensajes. Y como le digo fue en el radio que oímos de su mal, bueno mi esposa escuchó a unos especialistas y anotó un teléfono y la dirección, cuando fui a verlos fue porque me dijo que por favor fuera a tal lugar, que por el bien de la niña.¡México es muy grande! le dije, ese lugar está en colonia rica, cómo crees, debe costar mucho. “Ay Pedro, tú allá trabajas y ni modo que vaya yo, Edith necesita ayuda, sé que puede aprender, lo oí en el radio, pero ni tú ni yo sabemos cómo”, así me dijo. Así era mi mujer, ni modo de decirle no puedo, no tengo tiempo y de veras que estaba lejos. Me llevó todo un día ir y dar con esa dirección, y claro en mi trabajo me descontaron el día, todo sea por la niña, decía yo. Cuando estuve frente al Instituto dudé en entrar. Me acordé de mi mujer y de la niña, en mí estaba la ayuda. Pensé que pronto me dirían si mi hija tenía cura o no. Fue una entrevista larga, larga, me hicieron recordar cosas desde que nació y yo tan desmemoriado. Que cuánto pesó, que la medida, que cuándo gateo, que si dormía, que sus primeras palabras. Yo nada de eso me acordaba, eran preguntas para una madre, no para mí, así pensaba yo. Pero bueno, me tuvieron paciencia.En el radio mi señora había escuchado unas cuantas cosas, pero con lo poco ella escuchó se hizo grandes ilusiones, ya ve las mujeres que luego, luego se emocionan, o será la fe... quién sabe. “Me mandas decir por correo, Pedro”, me dijo ella, entonces el correo funcionaba, ahora se pierden las cartas. Muy impaciente mi mujer por saber de la enfermedad de la niña.México no fue fácil para mí, pero allá sólo había de dos: trabajar de peón y vender leña, pastura, escobas, lo que el monte sabe dar y lo que yo podía hacer, porque a mí el trabajo de campo… nomás no se me dio. Cuando había imprevistos ya me andaba y no había dinero que alcanzara y eso que mi señora hacía alguna costura y tejidos. En México trabajé en la obra, después el patrón me llevó a su casa y ya hice más y también ganaba más. Mire en la familia nunca hubo enfermitos, bueno… uno que otro así como lento, como tímido, algún chuequito, y mi mamá, que en paz descanse, tenía mal un ojo, aunque ella se curaba nunca se alivió porque lo traía de nación, así como mi Edith. Ya le digo, una personita como Edith, nunca se vio allá. Y ya ve la gente… ahí van los papás del “espíritu”, así decían. Yo tampoco soy muy normal que digamos, a lo mejor por eso la niña nació así, pero los especialistas dicen que aún no saben por qué nacen niños así, y que yo no tengo nada, eso me reconfortó porque desde niño me sentí diferente. De veras que las palabras amuelan mucho. ¿Cómo era yo? Como muy pensativo, me daban ganas de hacer cosas y luego me entraban miedos, y eso no me dejaba en paz, claro es muy distinto a lo que Edith tiene.Mi esposa, que era muy creyente, le pidió a Dios no tener más hijos y seguro Dios la escuchó, ya no hubo más familia, eran tiempos de muchos hijos, todo cambia con los años, las mujeres de ahora con dos hijitos sienten que tienen la docena, a mis nueras ya les anda.Las desgracias no vienen solas, cuando la niña empezó a medio querer decir algo, pasó lo de mi señora, y yo casi me voy con ella, los problemas siempre me dieron miedo, como le digo, yo me preocupaba hasta porque se secaba un árbol, imagínese con lo de mi señora. Por eso le digo que las mujeres son más aguantadoras, uno de hombre no sirve para recibir desgracias. Yo había ido a dejarle su dinero, era inicio de clases y hasta les llevé útiles a los que ya eran escuelantes. Y mi señora de la nada se enfermó, Dios le mandó una enfermedad de esas que no hacen tanto ruido ni cama, no sufrió… que del corazón… Cuando llegamos de enterrar a mi señora yo no tenía ganas de nada, me sentía tan igualito como Edith; más tarde busqué el papel con la información y los folletos que había mandado por correo a mi señora. Me pasó lo que a mi hija, los estuve mire y mire no sé por cuánto tiempo. De una mano a otra aquellos papeles, luego mirando como sin ver, de veras me sentía perdido, como antes era Edith, y me asusté, y dije: algo debo hacer, no me puedo enfermar yo.Les hablé a los niños y les dije que nos íbamos a México a buscar una escuela especial para Edith, pero más bien era el pretexto para salir de nuestra casa. Dentro de su tristeza ellos se pusieron contentos, mi señora fue buena madre y seguro la extrañaban. Mis hijos pensaban que nomás llegando a México iban a pasearse en carro, ir al cine, tener una casota y mucho dinero para comprar lo que anunciaban en el radio. Les gustaba oír la Doble W, se sabían los comerciales que decía Janet Arceo, de la Comercial Mexicana, que Julio Regalado, que los miércoles de plaza, que la Zapatería Los Tres Hermanos, que Juguetes Matell, que de control remoto, que el mole Doña María, que Café Legal, eran tiempos en que uno le creía al radio, había más honestidad. En el pueblo no había tele, bueno ni siquiera luz eléctrica, se emocionaban con el radio. A mis hijos les compré vitaminas del Laboratorio Mayo, las anunciaban también en un programa muy tempranito. Ya estando aquí en la capital llevé a mis hijos a conocer la Doble W, estuvimos un buen rato viendo el edificio, nos emocionamos mucho. Un día hasta fuimos a un programa en vivo, ese donde se amanecen cantando… bueno hasta me hicieron cantar. Qué hubiera dado Josefa por estar ahí. Como le digo el radio era la distracción; allá nos levantábamos con el Gallo Calderón, me gustaba oírlo a las cinco de la mañana, mi señora torteaba con las radionovelas, comíamos con las noticias, así todo el día oyendo radio, ya ella, ya yo y todos juntos para oír qué nos decían los locutores. Mi mamá también oía radio y decía: como dijo el radio, cuando contaba algo que había oído.La realidad en México fue otra, el cuartito que rentaba apenas había lugar para un catre y una mesa con su silla, las necesidades se hacían afuera, un baño para todos, se ha de imaginar… Mis hijos pusieron carita de asombro al ver su nueva casa, aunque luego cambiaron su expresión al ver que por lo menos había tele; la única que no dijo nada fue Edith. Cómo expresar lo que sentía si nunca se había quejado de nada; le daba lo mismo el pueblo que ahí. Sólo Dios sabe qué pensaba su cabeza. Yo me iba a trabajar y ella se quedaba mirando por la ventana, cuando volvía de mis cosas ahí estaba de nuevo, viendo, viendo, siempre viendo a través de la ventana y moviendo sus manos, tocando la pared, yo le platicaba mucho, le hacía juegos, le cantaba. Mis hijos me ayudaban con ella, unos estudiaban en la mañana y otros en la tarde, Josefa y yo siempre les inculcamos respeto, siempre trataron bien a la hermanita, y no era fácil pero Dios les dio paciencia, como le digo, sólo así, solo nunca habría podido.Discapacidad o ¿capacidades diferentes? Qué puedo decir yo, ese término está aceptado, mi hijo el mayor, que le sabe bien a la computadora, ya lo buscó en internet y dice que está bien dicho así: o sea discapacidad, pero hay miedo a las palabras, ¿cómo nombrar a los que no pueden valerse totalmente por sí mismos? Pues así, yo no tengo inconveniente, pero tal vez muchos sí, no hay que temerle a la realidad, a lo mejor por ser del campo vemos y sentimos diferente, en las ciudades cambian las cosas, hay como más delicadeza para decir las cosas. Ser papá de un discapacitado es difícil y no se aprende de un día para otro, la clave de todo es la familia, con el apoyo de todos se aligeran los problemas. Sin mis hijos no hubiera podido, de alguna manera todos se fueron involucrando en el trato con niños discapacitados, mire uno es enfermero y trabaja en la Cruz Roja, otro es maestro de educación especial, también tengo un cocinero y bueno el soltero que pronto va acabar su carrera de periodismo, este hijo dice que hará algo muy bonito para Edith y para la gente que conviva con niños especiales, que un trabajo de investigación, que de conciencia para la gente.A través de mi hija mis muchachos salieron adelante, porque ahí en el Instituto conocí a otros padres y a sus hijos, había amistad. Los señores tenían negocios y cuando los muchachos crecieron les dieron trabajo, así empezamos.Bueno… como padre qué puedo decir, Edith ha sido mi maestra, sólo una personita como ella puede enseñar a otra, ver otro mundo. Y pensar que… bueno… lo que nunca dije… a nadie… que en realidad cuando nos venimos a México, después de enterrar a mi señora, pensé en dejar a mi hija donde se dejan los niños que están solos. Si quería trabajar y llevarle dinero, no abandonarla totalmente o no sé... No es disculpa, pero yo no podía con todo, no era ella, sino todo junto, cuatro hijos que también querían cuidado y yo sin poder, así pensaba yo. No me siento un buen hombre por aquellos pensamientos. Pero Edith me hizo cambiar, en la escuela vi tantos niños diferentes, ¡cómo abandonarla! Edith ha sido un ángel y mi casa no sería como es, sin ella. Le dicen la gran Edith, porque en verdad es grande, grande, grandiosa diría yo. Bueno soy su padre, ella sigue siendo niña, es una niña adulta, se emociona como mis nietas, mírela se ve bien allá arriba junto a sus maestros y compañeros ¿verdad? desde la semana pasada decía sobre su conferencia, le emocionaba este día. Estos eventos hacen que uno se conozca y platique sus experiencias como padres. Ahora sé que muchos padres pasan lo que yo, pero las palabras fortalecen, aquí me ve muy feliz, como si nada, no se crea…a veces todavía me pongo triste. La gente se acerca a preguntarme cómo hacerle para tal caso, me cuentan, los oigo, me felicitan, les doy ánimo. Lo que nunca digo… que yo igual un día me levanto y todavía lloro como hace años, no es fácil, claro eso me lo guardo yo… es para uno, bueno ya se lo dije.“Soy Edith, soy la gerente de mi zona, (señala para que se imaginen el mostrador donde ella trabaja y despacha galletas), allá acomodo paquetes… las cajas, limpio el polvo… atiendo ¡y me pagan! Me gusta mi trabajo, (se emociona, mueve sus manos, la gente le aplaude, ella levanta los brazos, sonríe). “ Voy al banco y guardo mi dinero”.Mire…como padre debo estar en todo, el día de mañana Dios me recoge, ¿y Edith? Le he enseñado que siempre debe preguntar por los intereses, ya el gerente la conoce bien, le dice “ahí están Edith, creciendo, creciendo tus intereses”. Como le digo, Edith tiene gran capacidad de retención, como en fechas de nacimiento, nombres de personas, edades. Cuando baje de dar su plática acérquese con ella, es muy amistosa, cuando la vuelva a ver le pregunta si recuerda sus datos y ella se los va a decir. En casa ella tiene su rutina, como en todo, así es como aprenden ellos, las rutinas son la enseñanza, hay que estar por meses reforzándole alguna actividad, pero otras las aprenden como si nada. La escuela especial le ayudó mucho, ella aprendió a asearse, a prepararse el desayuno, a ser útil; también juega con su perro, le da de comer y por las noches saca la basura. Yo también trabajo y me encargo de las compras, la comida, la ropa, de los pagos de la casa, a veces ella me acompaña al centro, nos sentamos a ver las fuentes; le gustan los globos y los helados, Edith los disfruta, es como una niña. También damos un paseo por el parque, platicamos y cenamos como cualquier padre con su hija. Ella se encarga de cerrar las puertas de la casa, desde chiquita sus hermanos le dicen así: la dama de la casa. Edith sabe que una dama debe estar al pendiente de su casa, no nada más de su arreglo personal, porque ella es coqueta, le gusta verse bien, trae su bolsa, su saco, sus pulseras, su reloj. Cuando se hace noche revisa las puertas y ventanas, pone llaves para que no se metan los ladrones. ¿Quién es la dama de esta casa? Le preguntan sus hermanos cuando nos visitan, ella contesta ¡yo! ¡La Gran Edith!─Edith, va a ser tu cumpleaños y queremos darte un regalo especial, ¿qué te gustaría?, queremos que tú elijas ---le dijeron sus hermanos, sus sobrinos y yo cuando se acercaba la fecha─¿Elegir, yo? Es muy difícil, nos dijo muy admirada. ¡No sé! Y se quedó pensativa.─Piénsalo y nos dices, le dijimos todos.Pasaron los días y le preguntamos si ya tenía bien pensado sobre su regalo. ¡No!, dijo, ella ¡es difícil!─Piénsalo hermanita, le dijeron los muchachos, falta muy poquito y queremos darte algo muy especial en tu cumpleaños. Y mi hija se quedó pensando.─Edith, queremos saber ya tu deseo, hoy cumples años. ¡Felicidades! Y todos le dimos su abrazo.─¡Un celular! ---dijo ella, ¡quiero un…celular! Todos nos sorprendimos y le dijimos que para qué un celular si ella no tenía amigos.─ Mi bolsa… tiene un lugar para celular ¡y yo no tengo celular!─ ¿Cómo ve? Si ella también tiene deseos, --es verdad le dijimos, y ella fue por su bolsa y nos mostró el espacio vació por falta de celular.─Pero… Edith no tienes amigos, ¿a quién le vas a hablar? le preguntó su hermano mayor.─Cuando tenga celular… cuando tenga celular voy a hablar… tener amigos ---nos dijo muy segura Edith.Así le cuento, Edith tenía razón, en su bolsa había un espacio para un teléfono y no tenía, no hablaba a nadie porque no tenía uno, cuando lo tuviera seguro tendría amigos. Edith deseaba un teléfono como cualquier persona, y nosotros no pensábamos que pudiera querer uno, como la moda de ahora, si hasta sus sobrinos tienen ¿Por qué ella no? Así que nos alegramos de poder cumplirle sus deseos. Todos fuimos a comprarle su regalo, estaba feliz, lo escogió a su gusto ¡y con cámara! Cómo ve, aunque no toma fotos, fíjese eso sí se le dificulta, pero le encanta mostrar su teléfono a su familia, a los vecinos, cuando está en su trabajo se lo cuelga o lo trae en la cintura, al salir lo guarda en su bolso. Por cierto nunca lo olvida, mejor nosotros que dizque estamos bien y donde quiera lo olvidamos. ¿Quién sabe qué será eso de estar bien? Me lo pregunto yo, ¿Quién realmente está bien? ¿Qué es ser una persona normal? Edith es alegre, brinda amor, cariño, amistad, la agente que la conoce dice que se enamora de ella por se alguien muy especial, he oído que estas personas traen una misión, ella ya cumplió.--¡Edith, tienes celular! Le dicen los vecinos --sí…lo he decidido yo. Dice mi hija, para ella fue muy importante decidirlo, así le cuento.Como le digo, ella solita va y viene a su trabajo, como cualquiera persona. Llega a la parada y toma su camión, por la tarde igual, parece fácil, pero le llevó medio año aprender esa rutina. Las personitas como Edith no siente atracción física, según los estudios, pero bueno… sí tienen la necesidad fisiológica, o sea de tocarse, tema muy difícil para mí, como padre yo me preocupaba mucho, no sabía cómo explicarle los cambios de su cuerpo, la niña crecía y crecía y se hizo señorita. Un día la encontré en la sala y se estaba tocando sus partes, me asusté ¡cómo no! y me quedé parado, cómo empezar, cómo decirle de la manera correcta. La llevé a su cuarto para hablarle sin que fueran a oír sus hermanos, ya teníamos una casita y ella su propio cuarto, ahí le hablé sobre su cuerpo, del desarrollo, todo eso… que había cosas que sólo ella podía hacerse y en privado, como tocarse. Le puse ejemplos: Hija, te has dado cuenta que tus hermanos no hacen eso en la sala, porque es algo privado, hija, no es malo, pero es mejor en tu cuarto. La gente adulta lo hace, yo también hija, le decía yo, pero tú nunca me has visto porque así debe ser, las demás personas se pueden incomodar y por eso en privado es mejor, es más a gusto hija. Qué te parece si lo haces aquí, mira que tu cuarto es bonito, mira ponle desodorante y flores...así le decía yo. Le dije que cerrara su puerta con llave y se lavara sus manos, todo eso le tuve que decir.En cuanto pude hablé a su escuela y les conté; no sabía si había hecho lo correcto, imagínese yo como papá y sin el apoyo de una esposa, de una hija que le pudiera orientar mejor. Me dijeron que la explicación estaba bien, y bueno hasta eso que Edith lo entendió muy pronto, y como es muy rutinaria como casi en todo, desde entonces a las siete en punto de la noche va a su cuarto, cierra su puerta y seguramente lo hace, yo no le pregunto, la respeto mucho, a raíz de eso hablé con sus hermanos y les pedí apoyo, compresión, y viera que todo muy bien. Desde entonces ella baja a cenar después de las nueve, la veo muy relajada y contenta, diría yo. Es difícil educar, claro que es difícil.“Soy Edith, soy autista y no pasa nada”.Un gran aplauso se escuchó en la sala, muchos se levantan, se secan las lágrimas y levantan la mano para decirle adiós. Un adiós para la gran lección de vida y amor, porque ahí entre las decenas de padres, educadores, especialistas y público interesado, han visto que el ser humano es capaz de mucho, aún con discapacidad o capacidades diferentes, hay formas de aprender, que la integración a la sociedad es un derecho. El aplauso sigue, todos se levantan y bajan del estrado, los alumnos ondean sus manos, han demostrado lo que saben hacer, han contestado preguntan, dudas. No es como en las películas, ser autista es diferente al cine. Ahí junto a niños con parálisis cerebral, parapléjicos, niños con ceguera o Down todos han sido bienvenidos.La música prehispánica se escuchó y el aroma a incienso invadió el auditorio; los caracoles y sonajas arribaron de las manos grandes y pequeñas, al ritmo de tambores fueron apareciendo todos los alumnos de la Escuela Especial, irradiaban gusto, los que podían aventaban besos, los que no sonrisas. Niños auxiliados por sus madres o de las sillas de rueda, de sus maestros.Derecho no sólo a la Educación, sino al Trabajo, Esparcimiento y al Ocio, derecho a todo, como iguales: derecho a vivir en comunidad, como dijo Anabel Pallares, una madre que arrancó aplausos cual torero en su faena, entusiasta participante que viaja por el mundo para recordar el trabajo a los políticos, dice entre risas, porque llegando al poder olvidan las promesas, pero su función es recordarles que aún falta mucho por hacer. Aplausos, risas. Anabel, es madre de otra niña especial, luchona, insaciable como tantas cuando se busca defender el bien para los hijos. Entre lágrimas recordó que un médico le pronosticó corta vida a su hija, que además les iba a hacer la vida imposible y ellos, como padres y familia no iban a resentir, que había maneras de hacerla descansar, una inyección… por el bien de todos, Anabel lo recuerda entre lágrimas. La vida les tenía sorpresas, su hija no solo sobrevivió, sino enseña cómo ir mejor por la vida con todo y discapacidad.Padres, hijos, maestros y especialistas se despiden, todos quieren decirse adiós y tomarse fotos con todos, fue un evento diferente, la muestra de su aprendizaje terminó. Se recordará al joven que presentó su libro de poemas, al que imparte conferencias de superación, la que conduce un programa de radio y televisión, la que tiene voz de ángel y cantó el himno nacional, que además trabaja como vocalista en un grupo. Volver a verlos, ¿Cuándo? Cuando…haya más ojos, oídos y corazones, como los de la Gran Edith.
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Olimpia: sencillamente maravilloso, un texto que leí con avidez y a pesar de ser un poco extenso, no perdí el interés en ningún momento. Describiste tan bonito esta historia que lograste llevarme hasta los hechos mismos y ser parte de tu relato, no sólo un espectador. Gracias por mostrarnos una historia de amor, diferente, donde un padre obligado por la necesidad aprende cómo enseñar a vivir a una hija "especial". Me parece un trabajo excelente. Muchas felicidades.
Maravillosa historia, Olimpia!!!!!! Muchas felicidades por ello y por tan hermoso tema. Excelente enfoque de llevar la narración desde la voz y pensamiento masculino, desde el corazón de un padre. Me encantó!!!!!!! Un fuerte abrazo
Excelente, me gusto mucho, la manera en que describes, cada detalle, y sobre todo la manera en que PEDRO va contando cada vivencia, con su familia, que admirable hombre que apesar de ser humilde busco la ayuda para su pequeña, pocos hombres reaccionan de esa manera, otro en su lugar se echaria a correr por que es una gran responsabilida, tener un ángel, tan hermoso y especial como lo es Edith.
FELICIDADES.
Olimpia, te felicito de todo corazón por poner este tema en este espacio; por describir la sensibilidad de Pedro sin mecionar la palabra, eso es de avanzadas chica!!!; por ir presentando a La Gran Edith, hasta llegar al punto cumbre!!... Eres una excelente escritora..."ese es mi pienso"....
Olimpia, muchas felicidades. Está bellisimo tu texto, un poco largo pero la manera de hablar del papá es MARAVILLOSA, me imaginé yo sentada frente a él, "escuchandolo" mientras leía. Qué linda experiencia y también me imaginé perfecto a Edith. Si son una ejemplo de como vivir. ellos tienen la capacidad diferente de como vivir feliz!!!
OLIMPIA, recibe de mi parte una ovasión de pie! Qué gran historia, que gran Padre! Muy completa y conmovedora, me arrancó un par de lágrimas. Entré en la vida de ese gran hombre, me parecía estar a su lado mientras contaba su historia. Te felicito de todo corazón!
hola que bien por escribir este tema es una enseñanza preciosa para todos los que aparetemente no tenemos discapacidades diferentes ypor nada nos estancamos o nos haccemos telarañas en nuestro cerebro yno queremos seguir luchando y valorando que eestamos completos y por otra parte que bien que haya hombres como estos que sacan adelante a su familia yla entereza para seguir luchando y que saben el papel tan importante de la mujer.QUE DIOS TE BENDIGA.
Nuevamente... ¡FELICIDADES! Tu manejo del lenguaje es increíble... casi podía visualizar al papá - humilde y campesino - contándonos su historia con sus propias palabras.
Además... el tema que abordaste nos permite ocupar la empatía para comprender y revalorar a quienes poseen necesidades especiales.
Felicidades Olimpia:
Me encantó el vocabulario del "papá" tan simple y llano, y que decir del tema: un tema del que poco se habla y que a veces hasta incomoda....desgraciadamente nos olvidamos de ellos.... sin saber que son el "alma" de un hogar.
Gracias por compartir tu escrito con nosotras!!!!
Comentarios
Excelente, me gusto mucho, la manera en que describes, cada detalle, y sobre todo la manera en que PEDRO va contando cada vivencia, con su familia, que admirable hombre que apesar de ser humilde busco la ayuda para su pequeña, pocos hombres reaccionan de esa manera, otro en su lugar se echaria a correr por que es una gran responsabilida, tener un ángel, tan hermoso y especial como lo es Edith.
FELICIDADES.
Además... el tema que abordaste nos permite ocupar la empatía para comprender y revalorar a quienes poseen necesidades especiales.
Me encantó el vocabulario del "papá" tan simple y llano, y que decir del tema: un tema del que poco se habla y que a veces hasta incomoda....desgraciadamente nos olvidamos de ellos.... sin saber que son el "alma" de un hogar.
Gracias por compartir tu escrito con nosotras!!!!