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Escribo porqué….

La palabra me habita, y yo habito en la palabra. Porque ella, es la luz que abre las rendijas en donde mora mi conciencia. Porque sin ella estaría a oscuras y en penumbras. Comiéndome los dedos y las uñas, enfundando los puños y sudando tristeza.

Escribo porque hacerlo, me constela con los demás y con el Universo entero. Porque tejo, hilo, hilvano mis sueños, que son tan los de todos. Porque dentro de mí también vive el “otro” y pide ser rescatado. Porque los sentimientos son UNO,( los mismos), PRIMIGÉNICOS.

Cuando lo hago, me dejó ir, me deshilvano y construyo telares mágicos e íntimos y universales.

La palabra construye, crea puentes, ventanas, puertas abiertas al corazón, a la imaginación y a los sentidos. Porque escribiendo puedo ser papalote azul, mandarina o barquito que encalla a puerto seguro. Llegando a los más profundo dentro mío, en donde reside toda la sabiduría, la paz, la calma , el sosiego.

Escribo porque cada sílaba puede ser cantada, gritada, silbada y hasta olida. Porque me gusta volverme niña, anciana o mujer madura en tan sólo unos instantes y después regresar a mi hoy.

Puedo ser ayer, mañana o lo que nunca he sido, ni podré ser. Volar sin alas, con tan sólo las alas que surgen en mis dedos, en mis ojos, en mi cerebro y contar, y retratar instantes que se fueron o aún no han sido. Puedo pintar y colorear las palabras como si tuviera crayolas y luego guardarlas en mi bolsillo, para en caso de que me fueran necesarias. También puedo imprimirles aromas, sabores y en caso extremos inventarlas. Como el día que definí la palabra: “Icofonte”, para ese ser azul, sensible, trasmutado, inconcebible que me habita en todas mis horas.

Escribo, porque desde aquí, en este estado todo es POSIBLE y las posibilidades nunca se agotan, ni se ahogan en sus propias aguas. Y siempre será distinto aunque suene parecido, porque cuando escribo, lleva mi sello, mi presencia más honda, mis ideogramas.