Esa oscilación inestable del humor
Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas
Mario Benedetti
Más allá del pasaje de un estado emocional a otro, existe una tendencia reluctante en este vaivén del humor a lo largo de la vida. Sin un motivo cierto, la persona salta de un pico al otro, y si esto puede observarse en lo puntual, al considerar la totalidad de una historia se aprecia que cada episodio de manía o depresión forma parte de una cadena más abarcativa, de una serialidad repetitiva propia de la naturaleza bipolar.
Esta rueda de ciclos puede estar separada por mesetas, de aparente o real armonía, pero la posibilidad de caer en una fase de depresión o de manía está siempre presente como una amenaza constante de la cual nunca se sabe el momento preciso de su aparición. De manera que la oscilación toma, aquí, la figura de algo recurrente pero impredecible. El día y la noche se suceden de un modo “estable”; en cambio, en el acontecer bipolar todo es incierto, cíclico pero inestable.
Frente a este modo que tienen los estados de ánimo bipolares de emerger, inesperada y sobresaltadamente, no hay conciencia que pueda estar preparada razonablemente para evitar el precipicio. Estar en alerta es inútil, es gastar energía que nos debilita para enfrentar el huracán. Como nos enseña el Tao, un vencedor hábil no lucha con sus enemigos. Hay signos que avisan lo cual no significa que se pueda impedir el temporal ni que haya que huir del temporal. ¿Qué hacer entonces? Lo que todo buen marinero: asir fuertemente el timón, relajar los músculos, respirar profundamente y aprovechar la fuerza del viento y el mar a su favor. Eduardo
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