La felicidad ha sido definida de muchas formas, lo importante es cómo la defines tú. ¿Es un estado idóneo del ser, por el que hay que luchar toda la vida?; ¿es una sensación permanente de gozo?; ¿es el promedio de tus experiencias buenas y malas?
Aristóteles relacionaba la felicidad con la acción: es más feliz quien ordena sus actos hacia el máximo bien; Sócrates pensaba que ser feliz era aprender a disfrutar con menos, es decir, la relacionaba con el tener; Platón vinculó a la felicidad con el ser, tener el mejor plan para uno mismo, mientras que Kant la veía como un deber. Varios años después, Ortega y Gasset afirmó “Felicidad es la vida dedicada a ocupaciones para las cuales cada hombre tiene singular vocación”. Esto se acerca a lo que Seligman, el Padre de la Psicología Positiva propone y que consiste en trabajar en tres dimensiones: la “vida gratificante” (con lo indispensable para vivir), la “buena vida” (aprovechando tu potencial y desarrollarlo al máximo para sentirte pleno) y la “vida con sentido” (utilizar el potencial identificado para hacer felices para contribuir a la felicidad de los demás).
Cuando reflexiones sobre tu felicidad, pregúntate:
¿Sabes para qué estás en este mundo?, ¿cuál es tu misión de vida?
¿Gozas con lo que cada día haces?
¿Sientes tu alma en paz?
¿Tienes esperanza en un mañana?
¿Te alegras al ver a otros realizados?
Víctor Frankl, creador de la Logoterapia, afirma que la clave está en encontrar el sentido de nuestra vida. El ser humano tiene la capacidad para superar las dificultades y para encontrar siempre el camino de la esperanza.
Siempre tendrás la maravillosa capacidad de decidir. La felicidad es una decisión, porque una alternativa es mirar lo que eres y lo que tienes y sentirte frustrado por todo lo que no está a tu alcance, o valorar lo que sí tienes y eres para diseñar un plan de acción que te permita sentirte fortalecido, a pesar de las adversidades. Tu felicidad no depende de que el camino se despeje, sino de disfrutar el reto de allanarlo.
¿Sabías que eres responsable de tu felicidad? Nadie tiene el poder de hacerte infeliz o feliz, a menos que se lo otorgues. La felicidad inicia con un pensamiento; es cuestión de voluntad. El estrés y la tragedia se atraviesan en el camino, pero mucho más en el de aquéllos que continuamente los llaman. Frankl lo comprobó en un campo de concentración pensando que había quienes podían atrapar su cuerpo, pero jamás su mente. La mente es libre de viajar a donde quiera y de sentirse como le plazca.
¿De qué depende tu felicidad?
¿Esperas a que llegue o la estás construyendo en el día a día?
Los detractores de la edificación personal de la felicidad plantean que las aportaciones de la psicología positiva son subjetivos; sin embargo, ¿no es la felicidad, en sí misma, un concepto subjetivo? Sólo quien la siente sabe lo real que es. La felicidad que inicia con la gran oportunidad de vivir.
¿Eres feliz?
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