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Es muy conocido el poema "En vida hermano, en vida", de Ana Ma. Rabatté; desgraciadamente muchas de nosotras no lo ponemos en práctica, no solamente nos reservamos las muestras de amor y atenciones "para mejor ocasión", sino que también dejamos pasar las oportunidades de perdonar y de pedir perdón a quienes ofendimos o nos ofendieron.

Ayer le decía a una amiga que era su momento de perdonar, ella ha curado las heridas del abandono de su esposo, solo le falta ese pequeño detalle para liberarse, claro, perdonar cuesta mucho trabajo. Solo si perdonas te liberas y puedes estar en paz.

Antes de morir mi esposo, cerramos todos nuestros círculos, yo le pedí perdón por todo y él a mí, no escatimé ninguna muestra de amor en los años que vivimos juntos, dejé a un lado las cosas "urgentes" para hacer las importantes, que era amarlo, y cuando fue necesario, cuidarlo en su enfermedad. De nada me valdrían ahora arrepentimientos o llantos en su tumba si no hubiera hecho lo que hice, dedicarle mi vida, dejando incluso a mis hijos en segundo término porque él me necesitaba más.

Hoy era su cumpleaños, quise compartir esta reflexión como un pequeño homenaje a su recuerdo; no vivo en el pasado, sino en el presente. Lo he amado en vida y en muerte, en vida, sin reservas, en muerte, sin remordimientos, así he podido seguir adelante y ser una mujer feliz.

Elsa Dávila Sánchez