EN LAS NUBES

9274682054?profile=originalAma a una nube, ama a una mujer, pero ama.

Théophile Gautier (1811-1872)

Poeta, crítico y novelista francés.

 

El sexo débil, ni tan débil;

el sexo fuerte, ni tan sexo.

Edmundo O’Gorman (1906-?) historiador mexicano

 

 

 

 

 

 

En los primeros días de mayo del año en curso, dos de mis primeros mejores amigos y un servidor, dispusimos de un viaje más en nuestra abultada bitácora de vida.

 

Desde que compartimos escenarios, mis compañeros y yo hemos venido agregando artículos a una especie de manifiesto, que rige nuestra conveniente amistad.

 

Recuerdo algunas de esas sentencias:

 

 

  1. El primero que llegué a la cima, tirará de la cuerda para que los otros dos  logren el ascenso; -así ha sido, así va a ser-
  2. Cada año, paulatinamente, nuestras travesías (y por qué no, nuestras travesuras) serán en mejores condiciones.
  3. Si no hay éxito con las viejas, por lo menos con los viajes. -Este último fue propuesto en avanzado estado etílico y en un leve tono misógino, lo acepto y pido disculpas por ello-.

 

 

Ese viernes de mayo, en la carretera que transitábamos rumbo al Bajío mexicano, desde nuestro auto era visible una nube poliforme, un cúmulo caprichoso. Mis amigos y yo interpretamos lo que veíamos: tiene forma de avión, dije  apresuradamente; es como un águila o un emblema militar dijo uno de ellos; el más serio de los tres alcanzó a decir: yo le veo como forma de perro. Los tres reímos, francamente desconcertados.

 

Eso de la percepción, en los hombres resulta trivial y sin mucho sentido; las mujeres, en cambio, quizá no encuentren formas conocidas, pero las crean; valoran, sopesan, miden, dicen, manifiestan. Las mujeres tienen ojos sensibles a lo no inmediato, a lo esencial, a lo más inusual que tiene la vida.

 

Anoche acudí a un recital de mujeres poetas, una red de féminas latinoamericanas, de raíces profundas y ramas prodigiosas, me di cuenta que su belleza trasciende a lo corpóreo y que su trayecto en la vida, provoca que nos enamoremos tanto de sus palabras como de sus silencios. Quede extasiado, absorto, sensible, perplejo (por favor léase perplejo).

 

Las viejas son mucho más que un viaje, comprendí. Ellas nos llevan a la cima sin necesidad de jalar una cuerda. Nos guían con la mirada, con el humo de fuegos vivos o de las cenizas que producen los corazones rotos.

 

Las mujeres son atemporales, son para siempre, sus palabras resultan exactas y sus líneas suelen ser trascendentales.

 

Ellas son como las nubes: mágicas, celestiales y caprichosamente poliformes.

 

Bonito fin de semana. 

 

Chau

 

 

JNMH

Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –

¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!

Join Retos Femeninos