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Todos los días aprendo algo; encuentro algún pensamiento o idea que parece brotar de la nada o que el privilegio de vivir cruza por mi camino.

Hace algunas semanas compartí contigo en el post “La energía vital”,  que te sugiero releer y repensar, conclusiones que se apegan a mi forma de pensar que extraje de revistas médicas, hoy será parecido.

Los nutriólogos y los médicos en general expresan: “Somos lo que comemos”, pensamiento acendrado en la conciencia de salud y del espíritu de la filosofía hindú.

En estos días acudí como todo ciudadano a esos engorrosos trámites burocráticos a una oficina cualquiera. Las filas, los sinsabores, los enojos y molestias que siempre acarrean. En esta ocasión la empleada que atendía era bastante eficiente, la felicite; al voltear hacia arriba leí un letrero que me dejó pensando y que te comparto: “Si sus papeles vienen acompañados de chismes, malos humores, malos tratos, groserías y mala vibra; pase usted a la siguiente ventanilla”. Esboce una sonrisa, dirigí la mirada a la hipotética siguiente ventanilla y me encontré con ¡un tambo de basura!; la sonrisa se hizo carcajada, brillante aviso que mostraba a quienes realizábamos los trámites que la señorita hacia su mejor esfuerzo en un ambiente poco propicio; baste que imagines el entorno de las oficinas de la dependencia, casi todas lúgubres; recuerda la presencia del tambo de basura como colofón, o como moño del regalito que implica perder varias horas en estos asuntos.

Cuando nos tomamos un café, cuando llegamos a una comida en un restaurante, cuando estamos en la antesala de alguna cita y escuchamos las eventuales pláticas de quienes nos rodean, en la gran mayoría de los casos versaran sobre conflictos, críticas, quejas, amargura y enredos reales o inventados entre los que platican de ellos y su entorno.

De acuerdo a lo que te comenté al inicio, que me permito repetirte: “Somos lo que comemos”; abundo; somos lo que pensamos, lo que hablamos, lo que decimos, lo que sentimos, lo que creemos; más aún, somos nuestro propio lenguaje, corporal o verbal; somos ese cuándo lo expresamos, ese por qué, ese ante quién; somos, las repercusiones distorsionadas o correctas de lo manifestado; nos guste o nos disguste.

Carecer de conciencia en ello es simplemente estar fuera de la realidad o ingenuidad absoluta, inaceptable en ti que estás leyendo esto.

Protegerse de esa figurativa congestión por ingesta de basura es bastante fácil; te reitero la idea sencilla, creativa y efectiva del letrero que te relate al principio.

Abstente de darle cabida a la negatividad, malas nuevas y a las creencias limitantes.

Es necesario emprender el vuelo y crear las condiciones a través de la Ley de Atracción para mejorar desde el entorno presente, desde tu aquí y ahora los resultados posibles que tienes derecho, que mereces; siempre y cuando así lo decidas.

¿Cuándo fue la última vez que te quejaste ante un empleado cualquiera?

¿Estás consciente de que una gota de miel (una sonrisa) puede más que un tonel de hiel (gritos y enojos)?

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