Cuando se habla de los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres para realizarse profesionalmente, se pueden clasificar de dos maneras, unos son los obstáculos externos y otros, los internos.
En el ambiente feminista, el techo de cristal representa el conjunto de obstáculos externos, es el tope impuesto por normas no escritas en las organizaciones, son barreras que impiden acceder a un mayor nivel jerárquico dados los estereotipos de género y aspectos culturales impuestos por la sociedad.
La prevalencia de la masculinización en distintas actividades laborales y en diferentes niveles tanto en el sector público como en el privado es uno de los principales obstáculos que impiden el crecimiento profesional de las mujeres; existe preferencia porque los hombres accedan a los más altos niveles de las organizaciones antes que las mujeres.
El reconocimiento al mérito y las capacidades de la mujer para ocupar estos puestos y una mayor inclusión en las postulaciones son algunos cambios que se sugieren para avanzar en pro de la igualdad de género. También es fundamental que se promueva el mismo pago por el mismo tipo de trabajo a hombres y mujeres; flexibilidad en horarios para lograr un equilibrio en el ámbito laboral y familiar.
Por otro lado, existen los obstáculos internos, y cabe hacer mención, de manera particular al síndrome del impostor. ¿Por qué viene a colación? Porque en reiteradas ocasiones he escuchado en diversos foros y estudios de investigación que las mujeres, no se sienten merecedoras de sus éxitos, que llegan a dudar de sus habilidades.
Es decir, el tema principal es la inseguridad, el sentirse incompetente y buscar el perfeccionismo porque si no lo logras te ves a ti misma como un fraude. Aquí el llamado es a poner más atención a los pensamientos y emociones que surgen, a gestionar esas emociones adecuadamente para evitar el autosabotaje, hay que ser más gentiles y compasivas con nosotras mismas.
Ambos tipos de obstáculos pueden estar coexistiendo en los casos de muchas mujeres, empezar a reconocerlos y trabajar primero en los internos será clave para proyectar más seguridad, valor personal y autoestima.
Obtener el éxito profesional o la plenitud en nuestras carreras, como le queramos llamar, depende primordialmente de hacernos conscientes de nuestras circunstancias personales y del contexto organizacional en el que nos desempeñamos.
A nivel personal y organizacional se debe salir de la zona de confort; a nivel personal hay que creérsela más, se vale realzar nuestros logros, éxitos, habilidades y permitir que los demás también nos reconozcan; a nivel organizacional reconociendo el valor que cada colaborador y colaboradora tienen y cuánto más podrían añadir si se les mantiene motivados y se reconocen sus méritos, dándoles iguales oportunidades para escalar en la estructura jerárquica.
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