Por Ariadna Tapia
Cuando alguien muere, deja un vació difícil de llenar. Las circunstancias de vida que estamos viviendo hoy en día ante la pandemia por la COVID-19, en las cuales, muchas personas han trascendido y se han ido de este plano, generalmente dejan en sus deudos muchas preguntas como ¿y si lo hubiera llevado a otro hospital?, ¿por qué no pasé más tiempo con ella (él)?, ¿por qué él y yo no?
Al sentimiento de culpa por el hecho de estar vivo o haberse salvado después de un evento traumático en el que pudo estar o no presente, se le llama Síndrome del sobreviviente. Cuando la cercanía a una desgracia es directa, se intensifica el sentir, pero no solamente por ese motivo.
Un ejemplo de esto, es un síndrome que surgió en muchos de los sobrevivientes de los campos de concentración, soldados de Vietnam, así como los que sobreviven a accidentes automovilísticos, incluso si ellos conducían o no necesariamente, ante lo cual, surge la pregunta ¿por qué mi compañero, mamá, etc. murió y yo estoy vivo?
Este síndrome también suele experimentarse aun cuando no se estuvo en la tragedia pero le sucedió algo a alguien cercano o importante para ti.
Tras un incidente, la forma de actuar de las personas que viven directa o indirectamente estas desgracias, aparentemente es normal ya que esté síndrome en muchos casos, se manifiesta de forma silenciosa al alojarse en la mente subconsciente.
Puede entenderse racionalmente que esa persona murió porque su propósito era distinto al tuyo y otras teorías pero en la mente de quien padece estos síntomas, se aloja la idea de no merecer el hecho de estar vivo, o estar bien, de manera que puede comenzar a presentar en menor o mayor grado, ansiedad, desasosiego y de forma más silenciosa, comenzar a vivir experiencias conflictivas en la vida, siempre logrando de una u otra forma robarse los procesos de felicidad, plenitud, armonía, salud, entre otros. Es un síndrome complejo.
Si te identificas con lo que estás leyendo o conoces a alguien que percibes que pudiera estar viviendo esto, debes saber que hay varias formas de afrontarlo:
Lo primero que debes saber es que por más que pienses que si tu hubieras estado ahí, las cosas hubieran sido diferentes o qué hubiera pasado si ese día no hubiera salido tu ser querido o si se debió cambiar de hospital. Por más que quieras encontrar una respuesta, hay que aceptar dos cosas fundamentalmente: Existen situaciones sobre las cuales no tienes el control y la segunda es que las cosas son como son y no se pueden cambiar por más que le des vueltas.
También es importante que analices si esto te está pasando y las forma en la que te afecta. Tomar cartas en el asunto y buscar ayuda profesional es lo más recomendable porque como el nivel de profundidad en el que te afectó este evento en tu vida puede ir desde la ansiedad, autosabotaje y depresión hasta pensamientos suicidas.
Busca ayuda, hay una luz al otro lado del camino.
Ariadna Tapia
Somos Guerreros, Somos Magos, Somos Maestros
Instagram ariadnatapiaok
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