«El débil no puede perdonar. El perdón es un atributo de los fuertes y valientes.» – Mahatma Gandhi.
Muchas veces subestimamos el poder de pequeñas acciones que nos parecen de sentido común, como es el acto de perdonar. Sin embargo, no debemos restarle mérito a la práctica efectiva del perdón en nuestras vidas y asumirlo como un acto poderoso de liberación, ya que, es muy probable que sea la llave de la puerta que desbloquea todas las bendiciones que te han estado esperando. Así como lo lees; el NO perdonar es como colocar una especie de muralla entre Dios y tú, y la única forma de derribarla es aprendiendo a perdonar con un corazón sincero.
El concepto de perdón viene del latín par donare que significa “para dar”. Es regalar con consistencia, o donar continuamente. Donar implica entregar algo gratuitamente, sin esperar retribución de ninguna clase. El perdón es la voluntad sincera y amorosa de eliminar respuestas destructivas causadas por pensamientos y sentimientos negativos hacia quienes han infringido una ofensa o un mal acto en contra nuestra, renunciando ante todo al deseo de venganza. De manera que perdonar sería la acción como tal; es la práctica real del perdón.
En este sentido, sabemos que perdonar no es algo tan simple como pensamos. Hay que ir a la profundidad del sentido de la palabra para comprender su poder y como impacta en nuestras vidas el poder de aplicarla como una herramienta transformadora y sanadora. Creemos que perdonamos a los demás por alguna ofensa hacia nosotros, sin haber aprendido antes a perdonarnos a nosotros mismos. Perdonar no significa que pensemos que esté bien lo que alguien nos hizo o que no nos duela. Al contrario, se trata de una decisión personal de no albergar malos sentimientos en nosotros y de erradicar la vanidad, el ego, la venganza, el orgullo, la soberbia, la ira, el odio y todo aquello que finalmente representa energías de baja densidad cuando nos sentimos ofendidos.
Creas en Dios o no, jamás deberías desearle mal a otro ser vivo, así tengas toda la razón del mundo. Puedes usar esta afirmación para reforzar la decisión consciente que has tomado a la hora de perdonar: “A pesar de todo el daño que me hiciste, te perdono”. Recuerda que no estás perdonando para ensanchar tu vanidad; el perdón no te hace superior a quien te ofendió.
Entonces ¿Por qué cultivar dentro de nosotros unas raíces tan amargas? Realmente el acto de perdonar se trata de lo que eres como ser humano y la forma en que decides cultivar en ti las mejores virtudes que te mantengan en sincronía con la energía creadora del Universo. Atraemos externamente lo que emanamos desde adentro. En definitiva, en ti esta la decisión de saber a qué te conectas a diario y como cultivas tu espíritu. De igual forma, es importante darte tu espacio para perdonar, tú sabrás en que momento hacerlo, pero para ello es primordial que aceptes y estés dispuesto a recorrer ese camino. La sanación es tuya, es un proceso muy personal.
Entre las herramientas que me han resultado muy útiles en mi proceso de sanación interior, practicar hoponopono (técnica hawaiana) me ha resultado de una forma extraordinaria. Al levantarme cada mañana y mirarme el espejo, repito y siento en mi ser las palabras sagradas: Gracias, lo siento, perdóname, te amo. Pruébalo, te aseguro que también funcionará para ti. De igual forma, a través de visualizaciones puedes realizar este acto hacia la persona que necesites perdonar. Cuando queremos perdonarnos a nosotros mismos, o perdonar las ofensas de los demás, el amor debe ser la raíz de ese árbol para la liberación de tu ser.
Práctica el acto de perdonar hasta que se convierta en un hábito, al hacerlo continuamente, lo integras en ti y cada vez resultará más fácil aplicarlo en tu vida cuando lo necesites. Cuando te sientas en cualquier momento perturbado por algo (ira, odio, rencor) eso significa que es momento de perdonar, ya que, te ha atrapado el ego. Lo importante en ese momento es detenerse, respirar y recordar, por ejemplo, las siguientes grandes lecciones de un Curso de Milagros: “Nunca estoy disgustado por la razón que creo.” “Podría ver paz en lugar de esto”.
Y si te estás preguntado: ¿Y por qué perdonar? Porque es muchísimo más provechoso vivir sin las cadenas del rencor y los sentimientos de culpa. Perdonar te sana, es bueno para la salud, te libera y te empodera. Uno de los trabajos que mayores evidencias ofrecen a la hora de vincular el perdón y la salud es el llevado a cabo por el doctor Frederic Luskin, cofundador del Stanford Forgiveness Project, concluyendo en múltiples estudios que el perdón eleva el estado de ánimo y aumenta el optimismo, mientras que no perdonar está correlacionado con estados de depresión, ansiedad y hostilidad.
El Dalai Lama también nos ofrece una visión del perdón como vía a la salud física, mental y espiritual; la ira, la venganza y el rencor, por el contrario, son causa de sufrimiento: «Hay dos niveles de perdón. Un nivel: el perdón implica que no deberías desarrollar sentimientos de venganza, puesto que perjudicas a la otra persona, y es por tanto una forma de violencia. Con la violencia, hay normalmente contraviolencia. Esto genera más violencia aún – el problema nunca termina. Otro nivel: el perdón significa que no deberías desarrollar sentimientos de ira hacia tu enemigo. La ira no resuelve nada. La ira sólo te trae sentimientos incómodos, destruye tu paz mental. No puedes sentir felicidad mientras mantengas la ira. Con el perdón la mente está tranquila, hay más paz mental, y más salud para el cuerpo.»
Por último, te invito a que la próxima vez que vayas a orar, pídele a Dios que te muestre si hay falta de perdón en tu vida, para que así puedas liberarte desde el amor y la reconciliación contigo mismo y te aseguro que se abrirán para ti nuevos caminos llenos de posibilidades. Cito un versículo bíblico que habla del poder del perdón: “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas”. Marcos 11:25.
¿Aceptas mi invitación?
Gracias por leerme. Te deseo un feliz camino.
Perdona, suelta y fluye con el ritmo de la vida.
Es tiempo virtuoso.
Con amor y gratitud;
Mayer Romero.
@soy.mayer
Venezuela.
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