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Así como la naturaleza se transforma constantemente para renovarse los seres humanos debemos hacer lo mismo, curiosamente tenemos cambios físicos naturales con la edad y al tratarse de evolucionar en ideas, creencias hábitos y actitudes nos cuesta más trabajo.

La tierra, el cielo, el clima, la gran máquina del universo se transmuta constantemente.

Desde niños aprendemos a quedarnos en un lugar seguro y conocido, cuando intentamos salir de él nos desalientan vaticinándonos que existen peligros fuera del área del mapa que habitamos y así se conforma nuestro paradigma que es un lugar físico con límites pero también lo es mental.

En un mundo y un planeta lleno de infinitas opciones usamos una cuarta parte de nuestro potencial mental y huimos por medio al fracaso, crecemos también con la idea de ser héroes ganar medallas llegar a la meta antes que los demás cuando esa meta y ese lugar es la mayoría de las veces un espacio conocido también.

En este plano también residen nuestras emociones, de este secreto vamos a hablar hoy, cuando somos bebes reaccionamos a nuestras necesidades al tener hambre, frío solemos llorar y cuando pasan los años seguimos queriendo tener todo de manera inmediata actuando de manera reactiva en vez de proactiva, el desarrollo de un sistema para controlar dichas emociones es algo en lo que debemos enfocarnos saliendo de lo que consideramos natural o a lo que estamos acostumbrados.

El secreto es reconocer que si los pensamientos forjan nuestro devenir estos siempre están acompañados de emoción que tiene una carga energética muy poderosa, cuando son negativas o positivas, reactivas o creativas la tarea es usar la razón para detectar cuales nos afectan evitar el bienestar haciendo un caos en nuestro interior lo que se refleja en el exterior y en la vida cotidiana.

La práctica de la autobservación nos liberará de todo esto que nos impide avanzar, hacer pausas, conquistar la inteligencia emocional saliendo del paradigma que creemos correcto constituye una herramienta poderosa para crear armonía y una vida afectiva sana y feliz.

Rebásalo, recupera el tiempo que has dejado pasar; hay un porvenir mágico.

Tienes mucho por hacer.