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El No  Deseo

Por Fabiola Guerra Ugalde

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La confusión de valores nos puede llevar al no deseo y en el no deseo no hay ningún propósito final; ningún estatus personal.

Muchas fuerzas contradictorias se debaten en nuestro interior:  La TRISTEZA  ha demostrado sobre todas su vasto imperio-. Del otro lado de la moneda  de la pena y la angustia está el “Pensamiento caprichoso y de inmediatez”  siempre  falso y  efímero ya que tan pronto lo tengo dejo de apreciarlo y eso nos hace  volubles. Sólo el deseo verdadero puede liberarnos de la hipocresía

En la trampa de los juicios de valor reinan los placeres  Culpígenos y llenos de acusaciones que nos hace cobardes, entonces;   “yo no pido nada”, “ estoy diciendo, no”; “es nada lo que quiero”, “nadie me reconoce”, “nadie ve mi corona”,  “no deseo ver a nadie”, “de la cintura para abajo no siento nada”, etc, etc, etc.

El no deseo nos llena de vacíos y entonces no nos pertenecemos y sólo somos un puñado de tierra y viene la iglesia –cual fuere- y nos quema porque no somos más que ceniza –para ellos la vida no vale nada por eso nos mandaron a este compositor José Alfredo Jiménez-  y aparte  no  cabemos todos en el cielo y  somos pecadores –qué se lleve la tristeza nuestra trascendencia, ¿Entonces?- Ni a mal morir   nos enseñan los amos que PRIVATIZARON el mundo de las ideas de salvación; y -hasta- la “Virgen de Guadalupe” ahora es china –gracias al Cardenal Norberto Ribera-, ¿No era Mora? ¿En que vamos a creer ahora, en Chinaderas?

Los coletazos del no deseo  son fuertes, destruyen todas nuestras creencias y nada puede sustituir nuestra lucha cuando ésta es  pálida y oscura. ¿Cuál es nuestro canto?

Las creencias son y siempre serán personales por lo que yo te pregunto, el deseo –la vitalidad- ¿Lo tenemos o no lo tenemos?