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El Museo del Mundo Maya, obra en verdad monumental, se inscribe desde ahora como uno de los más importantes de todo el país –e incluso del mundo–, además de ser el primero en su género.

A una semana de ser haber sido inaugurado en Mérida, Yucatán, este museo abre todo un horizonte cultural, turístico y educativo.

Se trata de un centro que reúne impresionantes colecciones de piezas de arte maya y que fue posible edificar bajo la modalidad de un fideicomiso público-privado: gobierno e iniciativa privada sumaron esfuerzos para el desarrollo de infraestructura bajo un esquema novedoso denominado Proyecto de Prestación de Servicios.

La gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, bien dijo, en la ceremonia de inauguración, que el museo era “una deuda pendiente con nuestros antepasados mayas, con nuestra cultura, con esta tierra, con nosotros mismos".

Tan solo en su primera etapa este ambicioso –y exitoso– proyecto requirió de una inversión de 770 millones de pesos. Pero valió la pena por los beneficios que acarreará en los aspectos culturales y turísticos. Ya se decía que Mérida se ha consolidado como la capital médica y educativa del sureste mexicano. Ahora también podrá ser considerada la capital museográfica.

El recinto se asienta en un espacio de 1600 metros cuadrados de exposiciones permanentes y más de 600 metros cuadrados de salas temporales, donde se exhibirán las 800 colecciones con las que cuenta y que antes pertenecieron al Museo de Antropología e Historia Palacio Cantón, en esa misma ciudad. Además, dispone de un área de antropología, salas de historia,
arqueología, cine, restaurante, cafetería, tiendas y espacios al aire libre con un sentido ecológico, donde el visitante puede entrar en contacto con la naturaleza.

Se espera que lleguen, invitados por el interés den este museo, miles de turistas, en especial los que viajen en cruceros que proceden del cercano puerto de Progreso, a tan solo unos 20 minutos de distancia de ese punto.

En este gran proyecto participaron brillantes arquitectos junto a funcionarios y empresarios que lo dirigieron acertadamente, aunque es justo mencionar a una pieza clave, que fue el director general del Patronato de las Unidades de Servicios Culturales y Turísticos de Yucatán, Jorge Esma Bazán, al frente de ese organismo coordinador de diversos centros arqueológicos de Yucatán, por su experiencia y gran capacidad en el ámbito de la promoción y la difusión cultural.

Se prueba, así, que con la unión de recursos, voluntades y esfuerzos es posible edificar grandes obras que beneficien a la cultura nacional, con el fortalecimiento de nuestra identidad cultural y la preservación del rico patrimonio que poseemos, pero que además obtengan logros económicos, pues gracias a esta infraestructura ingresará un importante monto de divisas al país.

Un aspecto inolvidable en la ceremonia de inauguración del Museo Maya fue ese portento de historia y belleza plástica del espectáculo de luz y sonido, que se exhibirá de manera permanente, para goce de los visitantes nacionales y extranjeros.

Queda entonces, para la historia contemporánea de México, el deslumbrante Museo del Mundo Maya, en Mérida, Yucatán, más allá de toda profecía terminal o de interpretaciones catastrofistas del pensamiento de nuestros ancestros, pues más bien debería hablarse de que la milenaria cultura maya nos ofrece, en este siglo XXI, todo un renacimiento.