Todos hemos sentido en algún momento el hambre fisiológica, ese vacío en el estómago que nos llama a comer. ¿Pero en que consiste el hambre emocional? ¿La has sentido o la sientes en tu vida?
Como su nombre lo indica, el hambre emocional es un trastorno alimentario que está muy relacionado con las emociones y los sentimientos que experimentamos. Es la manera en la que las emociones afectan nuestra forma de comer, ya sea mucho o poco, por lo que siempre va ligada al tema del peso, pero no necesariamente a la obesidad, ya que hay personas que pierden kilos por angustia.
Así, de manera repentina, puedes sentir una necesidad de comer, pero no siquiera sabes porque es esta urgencia. Después de haberte saciado con lo primero que encuentras, se experimenta un sentimiento de culpa por lo que se ha consumido.
Comparto contigo las diferencias entre el hambre fisiológica y el hambre emocional:
EMOCIONAL | FISIOLÓGICA |
Es repentina | Es gradual |
Es urgente | Puede esperar |
Deseo de comidas especificas | Abierta a opciones |
Sentir plenitud no basta | Estar satisfecho es suficiente |
Genera culpa, vergüenza o tristeza | No te genera sentimientos negativos |
El hambre emocional, también conocido como ingesta emocional es un trastorno de la alimentación, y según los expertos es una conducta desadaptativa y desequilibrada motivada básicamente por factores psicológicos, biológicos y familiares, por lo que la comida se convierte en un refuerzo positivo a corto plazo, con el fin desesperado de mejorar un estado bajo de ánimo.
Es así como los atracones de comida se convierten en una herramienta fácil para aliviar a corto plazo la tristeza, el estrés, la ansiedad o el aburrimiento. Pero a medio y a largo plazo, provocan un aumento de sentimientos negativos, de forma que se recurre a la comida como consuelo, para intentar controlar el estado de ánimo y sentirse mejor. Se entra en un círculo vicioso del que puede ser complicado salir sin la ayuda de un especialista.
Debemos ser conscientes que en nuestra sociedad la comida es importante. Sin embargo, en ocasiones le damos un valor equivocado: si te portas bien te doy dulces, vamos a festejar comiendo, es decir, se utiliza como premio o castigo.
¿Cómo puedo cambiar el hábito de comer emocionalmente?
Identifica exactamente lo que te motiva a empezar a comer: un lugar, una emoción, situación, persona. En ese momento distrae tu mente con alguna actividad saludable: tomar agua, dar un paseo, hacer ejercicio, escuchar música, respirar, dibujar, algo que te relaje y te haga pensar en otra cosa. Trata de escribir como te sientes en ese momento.
Como ya hemos comentado, la comida puede convertirse en un alivio temporal a un problema, sentimiento o emoción mucho más profundo. Lo importante es detectar esa emoción o problema que te está afectando.
Sino puedes hacerlo solo, busca ayuda de un especialista, para que esa hambre emocional que domina tu vida, pueda desaparecer y goces realmente de la comida.
LUCIA LEGORRETA DE CERVANTES. Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer.
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