El envase de plástico
Ayer, Hoy y Mañana
miércoles 30 de mayo de 2018
“Plastiquito nuevo, ¿dónde te pondré? Plastiquito viejo, ¿dónde te tiraré?”
Una necesidad real desde que la especie humana comenzó a organizarse como comunidad, ha sido envasar alimentos para la subsistencia de la especie: la conservación y protección inmediata o a largo plazo, para almacenaje de excedentes y/o traslado, de manera que, donde no hubiera suficiente, se contara con comida para la tribu. Es así que la evolución y capacidad adaptativa de nuestros ancestros posibilitó la industria creadora y creativa del envase y el embalaje. Desde estómagos de animales tratados para la transportación de líquidos, cestería y hojas verdes de gran tamaño para frutos y carnes, hasta los envases de metal, vidrio y plástico, los seres humanos hemos buscado la mejor manera de resolver las necesidades alimentarias de la especie.
Esta evolución nos ha llevado desde aquellos postreros inicios hasta pleno s. XIX en el que, por ahí de 1839, con la invención y fabricación del poliestireno, se inaugura la Era de los Plásticos. A partir de entonces, la transformación y generación de estos materiales ha desencadenado una serie de efectos, tanto positivos como negativos, en su utilización en estos más de dos siglos. A decir verdad, y aunque suene una barbaridad de años, pensar que toda la evolución de la industria del plástico (poliestireno, polietileno, cloruro de polivinilo, poliamidas, polimetilmetacrilato, PET, etcétera) y la intención actual de muchas organizaciones de conservación del medio ambiente es hacerla implotar, resulta una nimiedad. En este lapso, los plásticos han pasado de ser una gran innovación a convertirse en el villano de la película, ya que condena la vida de diferentes especies animales y amenaza en convertir nuestro planeta en un gran basurero por los siglos de los siglos. En esta apoteótica trayectoria, en los años 60, el plástico había pasado a derrocar a otros materiales de embalaje y envasado como la madera, el cartón o el vidrio, de forma tal que no podemos visualizar el mundo actual sin su presencia. Sin embargo, ¿será que este material ha cumplido su cometido y está destinado a la “extinción”? ¿Será derrocado el Rey Plástico?
Hoy la tendencia es “anti plásticos”. En cada ocasión en la que nos enteramos que países como Dinamarca o Noruega han retirado el plástico como sistema de envasado y embalaje de las tiendas y restaurantes, o que Francia acota su uso, sentimos placer por las consecuencias que estas medidas tendrán en el medio ambiente global, incluso nos preguntamos cuándo en México se atreverán a estas decisiones determinantes y resolutivas. En tanto, no deja de ser una inquietud cuál es el futuro de todas las familias que a lo largo de la vida han dependido de esta industria. ¿Se está trabajando suficientemente para el desarrollo de otros materiales más eco-friendly? ¿Se piensa en la reinstalación o absorción de estos seres humanos que podrían quedar sin trabajo a otras esferas de la producción más ecológica y sustentable?
El World Economic Forum y la Fundación Ellen Mac Arthur, en el documento The New Plastics Economy señalan que en 2014 se produjeron 311 millones de toneladas de plásticos. En esta tendencia, se calcula que para 2050 habrá más plástico que peces en el mar ya que llegaremos a unos 1,124 millones de toneladas. La voz de alarma está dada. Sin embargo, la pregunta subsiste: ¿existe el grado de conciencia para generar el cambio del plástico a otros medios? El Día Mundial del Medio Ambiente 2018 ha sido convocado por la ONU con el tema “vencer la contaminación por plásticos”. ¿Cómo haremos para cambiar esta lógica del usar y tirar? ¿De qué manera estamos educándonos para la reutilización y el reciclaje? ¿De qué forma nuestras acciones cotidianas suman para mejorar el ambiente en cuanto al reuso o desuso de los plásticos? Ante la cada vez mayor cantidad de consumidores que no utilizan popotes de plástico, algunos establecimientos han vuelto a la oferta de los antiguos de papel encerado ‒¿los conociste?‒. De las toneladas que se desechan anualmente, exclusivamente 14% a nivel mundial es recogido para reciclaje y sólo 5% se recicla “en realidad” ‒a saber si efectivamente se recicla‒. Mientras, seguimos produciendo, utilizando y desechando toneladas de envases que permanecerán posiblemente más tiempo que la raza humana en el planeta.
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La New Plastics Economy propone establecer esquemas de economía circular para que los esfuerzos sean conjuntos, se unifique la legislación y mecanismos de acción. Dado que parece imposible deshacerse del plástico, evitar el desperdicio a través de una cadena de reciclaje y reutilización, es ahora la alternativa que podría ofrecer las mejores soluciones. Entre estas soluciones, y puesto que sabemos que no habrá “residuo cero”, es indispensable hacer consciencia de que la utilización que hacemos del plástico no sea en un marco de uso y abuso. La mentalidad “usar y tirar” se vuelve una forma de hacer nuestra vida en la Tierra, desechable también.
Para fomentar la implementación de las acciones pertinentes, la Comisión Europea recién aprobó en enero una estrategia para hacer más rentable el reciclaje para las empresas, frenar el residuo de plásticos y combatir la basura en los mares. Se plantean que para el 2030 todos los envases de plástico en los países miembros deberán ser reciclables o reutilizables. Materiales como el cartón resistente a la humedad, los envases de residuo mínimo como son el papel kraft ecológico y certificado, plástico biodegradable, la madera y el vidrio se integran a la oferta y/o vuelven a tener auge. Además, el desarrollo de materiales flexibles que ofrezcan alta usabilidad, funcionalidad y comodidad, son el futuro. Acciones específicas como el compromiso de que para el 2025 todos sus productos utilicen envases 100% reciclados o reciclables, han sido firmados por empresas de la envergadura como Coca Cola, Pepsico, Mars o Danone.
¿Cómo nos sumaremos los consumidores? ¿Será posible modificar la falta de interés, la inconsciencia y falta de responsabilidad para asumir una postura comprometida y de conservación del medio ambiente? ¿Has pensado dónde o cómo quieres y puedes participar? Cada vez es más frecuente ver personas que rechazan los popotes o empresas que ofrecen los de papel encerado, las bolsas de supermercado son ahora reciclables y reutilizables. Aunque su vida útil está limitada por la falta de resistencia y durabilidad, te permite deshacerte de desechos domésticos sin la carga de conciencia de agregar más plástico que no va a desintegrarse por los siglos de los siglos y, además, sin generar gastos adicionales en bolsas de basura. ¿Tú, cómo te estás sumando a estas iniciativas?
Este artículo apareció por primera vez en El Semanario.com el miércoles 30 de mayo de 2018.
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