Él cree que tiene el poder. Que sólo basta una palabra para tenerla.
Sabe que está equivocado. Que no es verdad. La invitó y se ha negado.
Sólo se engaña. No lo soporta y avienta las llaves del auto.
A ella le gusta mirar la luna cuando va rumbo a casa. Desde su ventana mira a dos chicas sentadas en el piso. Cada una de ellas sostiene un paraguas mientras las ilumina Palacio Nacional…
Sigue manejando y piensa en ella. En su cabello castaño, en su piel blanca y sus intensos ojos negros.
Es una pena que viva tan cerca y no se atreva a hablarle. Estaría dispuesta a dejarlo todo y vivir con ella y su hijo.
Y sabe que a diferencia de él, ella es libre...
LHM
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