El dolor en sí mismo no es un mal que tengamos que evitar a toda costa.
El dolor es un maestro que nos puede enseñar muchas cosas.
El dolor nos instruye, nos dice que cambiemos, que dejemos de hacer una cosa y emprendamos otra,
que dejemos de pensar en cierta forma y empecemos a pensar en forma diferente.
Y cuando nos negamos a escuchar al dolor y a sus enseñanzas, lo único que nos queda es convertirnos en escapistas.
Efectivamente, lo que decimos es:
no voy a escuchar,
no voy a aprender,
no voy a cambiar.
Las personas abiertas y que van creciendo no toman a regañadientes la pedagogía del dolor y buscan el cambio.
Intentan respuestas y correcciones adecuadas.
¡¡¡ Aprendamos del dolor!!!
reflexiones.com
Comentarios
¿Qué tal Guillermina? como siempre es un gusto saludarte, por lo que me compartes eres un ser lleno de luz, porque te aseguro todas las personas lo hemos conocido, aunque no todas reaccionamos igua, Re cibe un gran abrazo como siempre de mi parte. Feliz Fin de Semana Guille.
Démosle gracias a Dios por tu salud
Querida Martha.... que cierto es lo que el dolor me enseño y fortalecio... a traves de la enfermedad, un condrosarcoma, que tenia recidiva por 3 ocaciones.... y milagrosamente desaparecio.
Alli conoci personas que aun en su dolor oran por otras que estan en condiciones de sufrimiento indecibles... ORABAN POR MI!!
Aprendí que el dolor ennoblece a las personas y las sensibiliza, y las hace solidarias con sus semejantes, al punto de olvidar su propio dolor y conmoverse por el ajeno...
En agradecimiento al milagro de vida que Dios me otorgo... tome el apostolado hospitalario y conforme pasó el tiempo y regresé repetidas veces al hospital, vi muchas más escenas como esa, en las que en muchas otras ocasiones fui yo quien oró e intercedió por otros y aun cuidando de quienes estaban en estado de abandono, como CHELA Y SOFIA, ( ejemplos en mi vida), murio en mis brazos con una sonrisa....
Aprender a valorar las cosas que tengo y no desear lo que está lejano, aprender a ser solidaria con mis semejantes, aprender que no soy más que nadie y que a la hora del dolor todas las lágrimas son saladas sin importar la clase social o el nivel académico, aprendí sobre todo que Dios es el mismo para todos los que lloran sean blancos o negros, viejos o jóvenes, letrados o ignorantes, buenos o malos... todos lo invocamos por igual en medio de la desesperación y el dolor, y Él, como una Padre amoroso acude ante el llamado... sin excepción.
Mi cariño de siempre y un gran abrazo, querida amiga.
La vida es una verdadera " Escuela " en la que todos estamos obligados a aprender; entre más tardemos en hacerlo reprobaremos y tardaremos más en recibirnos " Depende todo de nuestra actitud y voluntad en graduarnos.