Lo único seguro ante el divorcio es el dolor para todos los miembros de la familia. Cuando el lazo parental se rompe, algo se rompe dentro de los hijos, también. El dolor en éstos suele ser directamente proporcional al grado de conciencia ante los hechos más el grado de dependencia hacia los padres.
Es entre los cinco y nueve años cuando el niño vive con mayor intensidad el divorcio de sus padres. Y es que a estas alturas de la vida tienen una relación sembrada; recuerdos, deseos y afectos tejidos.
Además, el niño ya tiene facultades mentales suficientes para entender las implicaciones de la partida del padre o de la madre que deja la casa y una natural y significativa dependencia física y emocional hacia ambos, al mismo tiempo que no cuenta con los recursos emocionales suficientes para surcar la experiencia.
También posee un aparato para pensar más sofisticado que el que tenía cuando era bebé, pero en ocasiones parece que funciona por su cuenta: la fantasía vuela: amigos imaginarios, fantasmas, demonios, ángeles, hadas, brujas, monstruos, pesadillas, irrumpen en su mente.
A esta edad duele que los padres se separen, en principio, porque no se les volverá a ver diariamente y por el temor a perder, de manera definitiva, al progenitor que dejó el hogar: “si fue capaz de dejar a mi mamá, por qué no me ha de dejar a mí”, suele ser el pensamiento infantil; y es que para los niños es difícil, en el momento de la ruptura, asimilar que los esposos pueden divorciarse entre sí sin que esto implique que los padres se “divorcien” de los hijos.
Aparecen también sentimientos de indefensión y desprotección que suelen intensificarse cuando los hijos ven que quien se queda con ellos ―generalmente la madre―, se queda con su respectiva montaña de emociones y sentimientos por resolver: estrés, tristeza, enojo, culpa, desolación, preocupación…: “si mi madre está tan triste, ¿quién me ayudará a mi?”
Por eso la pareja debe hacerse cargo de su divorcio y de los sentimientos que estos les detonan. Para que no sean los niños los que se preocupen por sus padres sino sólo se ocupen de su propio sentir (claro, con la ayuda de sus padres).
Comentarios
No siempre es así, mis hijas y yo sufríamos más con la ausencia de su padre y la poca responsabilidad que tenía hacia nosotros, hoy en día CON TERAPIA POR SUPUESTO, estamos saliendo adelante, espero y sigamos así con la ayuda de Dios, gracias por compartirlo.
Hola, algun articulo sobre el como terminar una relacion dificil ?
el apego, el temor a dejarle de ver
Excelente articulo, te hace pensar en los hijos,
Hola!!! Yo estoy pasando por esta situación, estoy separada de mi esposo desde hace dos años mis hijos eran más pequeños, 3 y 4 años, pero llevabamos muy buena relación, saliamos los cuatro juntos, ahora después de un año de trabajo en otro estado, su padre regresa, pero ahora ya tiene una pareja allá y ha dejado de lado a mis hijos y eso me duele mucho, porque veo a mis hijos sufrir por este abandono. Además de que ya es un hecho que su padre y yo no vamos a volver, ellos me han visto llorar, no me puedo controlar. Me podrías dar un consejo, lo que menos quiero es afectar a mis niños que hoy tienen 5 y 6 años. El niño está muy apegado a su papá y a veces siento q es quien mas sufre.