EL CAMINO PARA TU RECUPERACION PERSONAL
Los seres humanos hoy, sentimos la necesidad de un cambio, pero un cambio que comience por creer en nosotros mismos y en la esperanza de que aquellos principios y valores que cada uno de nosotros maneja, sean los pilares fundamentales en esa ardua tarea de recuperar la alegría de vivir. Y… el ser humano no está preparado o no está diseñado, mejor dicho, para tolerar el dolor, ni el dolor físico ni el dolor del alma. ¿Cuál es más importante para ti? ¿Cuál te parece que es el más importante? Yo creo que los dos. Quizás estamos más acostumbrados a sufrir por el dolor físico, ¿verdad? Por un traumatismo, por un golpe, por un accidente, por algo que nos ha quemado o algo que nos ha lastimado y relegamos, a veces a un segundo plano, la importancia del dolor del alma, del dolor emocional, del dolor por aquellos sueños que no pudimos cumplir, por aquellas metas y objetivos que no pudimos alcanzar. Y, a veces pasamos una parte importante de nuestra vida emitiendo juicios sobre todos los acontecimientos que nos tienen como protagonistas y sobre la actitud que asumen los demás, esas personas con las cuales interactuamos, ya que nosotros no vivimos solos, estamos envueltos en un marco social.
Sin embargo, luego de juzgar todas esas cosas que nos pasan, en algún momento , y sobre todo cuando ese dolor se hace intenso, nosotros nos vemos obligados a evaluarnos a nosotros mismos, a abordar con honestidad y valentía el juicio que nos merece nuestra propia persona, analizando la imagen que nos hemos creado y cotejando nuestros principios que están sustentados en valores éticos y morales, en el sentido de nuestra vida, y sobre todas las cosas en la evaluación de si hemos tomado decisiones correctas o no. Esto es un momento crucial en tu vida. Es un momento en el que se provoca una verdadera conmoción interna en nuestro esquema de vida porque comenzamos a cuestionarnos seriamente si los conceptos que hemos venido manejando como verdaderos hasta hoy, van a seguir siéndolo, por dos motivos: por un lado porque los escenarios cambian vertiginosamente en el mundo de hoy y por otro lado a través de la consecuencia de la evaluación que nos merece nuestro propio comportamiento.
Y, las crisis personales por las cuales muchas veces atravesamos los seres humanos, ponen de manifiesto conflictos severos que debemos resolver. Y el dolor tanto físico, como el dolor del alma, no es una enfermedad en sí misma, sino que es la manifestación de que hay algo incorrecto en nuestra vida, algo que no anda bien, algo que tenemos que tratar de corregir.
Y esos conflictos generalmente hacen referencia a cuál es el concepto que nos merece nuestra propia persona, cuando nos enfrentamos a los problemas del diario vivir, a los problemas de pareja, a los problemas con nosotros mismos, ¿verdad? , con nuestro propio envejecimiento, con nuestro cuerpo y antes de que tú te introduzcas en el juicio sobre tus actitudes tienes que aceptar o reconocer que cuando atraviesas por una crisis personal y estás ante una situación que te ha generado mucha desestabilización y que representa una dificultad, que lograrás sortear con éxito, en la medida en que puedas reconocer que te encuentras ante uno o varios problemas. Y el primer paso para superar el dolor de una crisis es admitir que estamos sumergidos en una crisis y que quizás hemos desconocido por mucho tiempo la existencia y la influencia de determinados problemas, esos mismos que ahora nos vemos necesitados de analizar y de comenzar a resolver, de a uno, paso a paso. Nadie es capaz de encontrar la solución a un conflicto si no tiene la humildad de reconocer que el conflicto por lo menos, existe. Para eso, una buena guía para comenzar a actuar con firmeza, es que tú te preguntes: cómo han llegado los problemas a ti, qué repercusiones han tenido sobre tu vida cotidiana, y qué soluciones logras visualizar para estos problemas.
Y fíjate que cuando yo te estoy planteando estas preguntas, te estoy de alguna forma haciendo responsable de la resolución de los conflictos que hoy te afectan. Y no te quiero decir con esto que tú tengas la llave maestra con el cien por ciento de las soluciones de los problemas. Simplemente que al plantearte, nadie puede responder por ti cómo llegaron estos problemas a tu vida, qué repercusiones han tenido sobre tu vida cotidiana y qué soluciones logras visualizar, son todas cosas que van a salir del centro de tu propia persona y que van a ir aliviando el peso del dolor que cargas hoy sobre tus hombros.
Y es muy importante diferenciar los hechos y los sentimientos. O sea, al principio es fundamental separar los acontecimientos en sí mismo de lo que uno siente respecto a ellos. Es decir, cada cosa que uno vive, o que tú vives genera en tu persona un sentimiento, genera en tu persona un pensamiento y estos dos elementos tienen su jerarquía tanto el acontecimiento en sí mismo porque es el reflejo de la realidad de lo que te está pasando, que no puedes negar y los sentimientos, porque son las fuerzas interiores que van a condicionar tus decisiones en cada instante de tu vida. Es decir, si analizamos por ejemplo un problema “x” porque vemos que una parte de él proviene desde afuera, que no es nuestro, que es exterior a nosotros y otra parte es como lo siente cada uno y como somos capaces de manejarlo, ya sea a nuestro favor o en contra nuestro. La tarea es bastante titánica, pero el objetivo el que tú puedas descender hasta el núcleo central de tu conflicto para que tú puedas descubrir verdaderamente qué es lo que te pasa, sin agregarle lo que tú piensas o lo que los demás piensan sobre el hecho. Ser objetivo, ser imparcial y tener un reconocimiento sereno de la realidad van a ser tus herramientas fundamentales en esta etapa. Ahora tú podrás estar preguntándote e intentando preguntarme a mí cómo hago que mis sentimientos no interfieran en la tarea de poder hacer una descripción honesta, exhaustiva de lo que estoy viviendo.
La necesidad de liberarte de la opresión que significa estar atravesando por una difícil experiencia como lo es una crisis personal o un tiempo difícil, te va a conducir por el camino del equilibrio. ¿Por qué? Porque hay una tendencia natural al cuidado de tu cuerpo físico y emocional. Nosotros buscamos el cómo cuidarnos. Y a veces no es fácil delimitar el área de influencia que tienen los problemas a los que nos enfrentamos. O sea, tú como estás involucrado en ellos vives los aspectos más conflictivos de los mismos. Y esta incapacidad de poder ver la realidad en su justa medida es lo que justamente o precisamente, ha precipitado tu crisis personal. También ocurre que sólo eres capaz de observar la parte más pequeña de ese iceberg, eso que está por encima del agua, mientras que el grueso de la mole continúa en la profundidad y permanece oculto generando un sentimiento cada vez mayor de severa impotencia. ¿Te das cuenta lo que estoy tratando de trasmitirte? No alcanza con ver ese pedacito que nosotros creemos que es el problema. El problema quizás es mucho más profundo y únicamente lo vas a poder resolver con éxito y vas a poder volver a sonreír cuando puedas llegar a visualizar en su totalidad lo que está sucediendo contigo.
Dialogar con nosotros mismos acerca de lo que nos está pasando interna y externamente, tiene un valor agregado y es que te va a dar el control en última instancia de la situación. Volver a la fuente significa en este caso, dejar de escapar, y darse el tiempo para tomarse realmente un café con uno mismo y organizar una estrategia para superar la crisis. No hay varitas mágicas, no hay hadas milagrosas, los problemas existen y tenemos que encontrar y tienes tú también, que encontrar un camino para tu recuperación y para la solución de los mismos.
Que nadie más que nosotros esté en condiciones de determinar lo que nos pasa, interna y externamente, te demuestra que eres la única persona que puede controlar la situación. Y una vez que hayas tomado ese café tan reconfortante, una vez que te hayas mirado en el espejo del alma, una vez que hayas identificado tus caminos de fuego, lograrás identificar el problema y estarás en condiciones de tener una visión bastante más amplia de lo que te sucede.
Dr. Walter Dresel
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