La idea de auto-responsabilidad, muchas veces la interpretamos como que tenemos que asumir cargas y obligaciones solamente, por lo tanto la equiparamos a una tarea extremadamente pesada. Sin embargo, ser auto-responsable puede representar también decir que no a asumir algunas cargas que para empezar quizás tú nunca debiste haber aceptado. Y aquí hablamos del peso de las culpas. Mucha gente cree que es más fácil, menos problemático, decir que sí a pedidos que son muy poco razonables y lo prefieren a defender sus propios intereses.
Asumir responsabilidades que en realidad corresponden a los demás, significa comportarse de una manera irresponsable hacia uno mismo.
Dicho de otro modo, no nos estamos respetando y cuando no nos estamos respetando, estamos haciendo añicos nuestra autoestima, la estamos destruyendo, la estamos desmoronando, la estamos literalmente haciendo desaparecer.
Todo ser humano, hombre o mujer, niño inclusive, necesita saber dónde terminan sus derechos y sus deberes y dónde empiezan los derechos y los deberes de los demás.
Tenemos que tener bien claros esos límites porque es preciso que sepamos qué es lo que depende de nosotros y qué es lo que no depende o está fuera de nuestro control y lo que sí es responsabilidad nuestra y lo que no es responsabilidad nuestra.
Si llegamos a entender entonces, que ser auto-responsables e independientes significan determinadas cosas, veremos que son esenciales para la realización personal, fundamentales para que nosotros podamos elaborar un código ético y moral para poder vivir insertados dentro de una sociedad.
La independencia y la auto-responsabilidad son indispensables para el equilibrio emocional y para el bienestar psicológico.
La esencia de la independencia es generar una forma de pensar propia, auténtica, coherente, a la cual estamos dispuestos a defender porque tenemos la íntima convicción de que esa forma de pensar es la correcta. Y a su vez, aplicar una reflexión crítica sobre los valores y las creencias que nos ofrecen o que piensan los demás. En una palabra, es intentar vivir según los propios principios. Y por otra parte, la esencia de la responsabilidad, es la práctica de conseguir ser uno mismo, la causa de que se produzcan los efectos que queremos y es opuesta a esperar que otros resuelvan por nuestra vida.
Y a medida que vamos obteniendo pequeños resultados o cambios, que van sustentando ese juicio que nos merece nuestra propia persona, el valor que nos merece nuestra persona, se estimula automáticamente la confianza en nosotros mismos, o sea, que vamos a creer cada vez más en nuestras propias fuerzas a través de una acción constante y sostenida. Y esa confianza, en la medida que crece, nos va a estimular a tener una imagen o un concepto mucho más fortalecido, de cómo somos, de quienes somos y de hacia dónde vamos.
Un ser humano que se respeta a sí mismo, es capaz de tomar decisiones, es capaz de asumir la responsabilidad de su propia vida y es capaz también, de desarrollar una buena dosis de tolerancia a la frustración. Y vaya que a veces, hay momentos, en los cuales hay que poner dosis elevadas de tolerancia a la frustración, cuando algo que deseamos, cuando algo que queremos, se posterga. Y esto significa que tanto los éxitos como los fracasos, debemos aceptarlos como si fueran una moneda con un anverso y un reverso con la cual nos manejamos cotidianamente.
Y después de leer todas estas apreciaciones, yo te pregunto, si tú no estás dispuesto a asumir ese compromiso por trabajar cerca de lo que significa el mejor concepto de tu persona. El camino es largo. Muchas veces no sabemos hacia dónde dirigirnos, porque es tanta la oferta de posibilidades, que dudamos acerca de cuál es exactamente el camino. Y Bernard Shaw decía que las personas siempre culpan a las circunstancias de lo que son, y él decía “yo no creo en las circunstancias, la gente que avanza en este mundo, es la que persigue y busca las circunstancias que desea. Y cuando no las encuentra, las crea”.
Entonces una vez que hemos recorrido esos caminos del diálogo interno, una vez que hemos tomado una serie de cafés con nosotros mismos, y habiendo incursionado en lo más profundo de nuestro ser, para ver cómo somos y cómo actuamos, nos vamos a encontrar en las mejores condiciones para iniciar ese nuevo camino que nos va a llevar hacia un horizonte diferente, a un destino distinto. Una nueva identidad, una nueva persona va a emerger como consecuencia de un trabajo serio y profundo que nosotros hemos realizado para establecer, en primer lugar, una relación de simpatía y de amistad con nosotros mismos, con esa confianza y seguridad en aquellas cosas que pensamos, que decimos y que sentimos y con una capacidad de aprender a utilizar ese respeto por nuestra persona, como un instrumento para poder marcar los límites necesarios en el contacto con los demás seres humanos.
Ese respeto por uno mismo es una puerta cuyo picaporte se abre de adentro. Nosotros vamos a dejar que se aproximen aquellas personas que nosotros deseamos o entendemos que pueden hacerlo.
Dr. Walter Dresel
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