Por el Lic. Fernando Pérez Ramírez
Si alguien sabía lo que era la vida activa de una mujer en la actualidad, era Carolina, alta ejecutiva de una empresa transnacional, esposa y madre de dos hermosas jóvenes, Roció de 11 años despierta “mujercita” que ve la vida con ojos de optimismo, entusiasmo y esperanza. Además Yazmín bella y seria joven de 15 años con una gran inteligencia despierta y fuerte carácter.
A Carolina esta última era la que más le preocupaba, últimamente sus calificaciones habían bajado y parecía que no podía controlar su carácter, cualquier cosa la molestaba, sobre todo cuando, ella como madre, le daba su opinión.
-No te preocupes Caro son cosas de la edad - le decía su amiga Martha –pronto se le pasará, pero ella no estaba tan segura, su hija era una joven con capacidades pero le estaba costando controlar su carácter fuerte.
Con las actividades y responsabilidades de su trabajo y el quehacer diario de la casa se sentía muy presionada. En su trabajo le costaba concentrarse y pensaba que pronto lo notaria su jefe, aunque era comprensivo, delegaba muchas decisiones en ella, temía equivocarse, ocasionando un problema. En el descanso de media mañana platicó con su amiga Martha y esta le dijo – mi cuñada también se sentía muy tensa, empezó a estudiar jardinería y ahora hasta el carácter le cambio, según dice mi hermano. Caro sonrió y le dijo a su amiga – Me gustaría aprender el arte de cultivar bonsái, me parece que eso me ayudaría.
Al día siguiente llamó al club de jardinería de la ciudad – En dos semanas empieza el curso de principiantes – le informo la señorita que la atendió. También fue a la librería y compró los dos libros que encontró. – Voy a tomarlo muy en serio, -se dijo a sí misma y empezó a estudiar. Uno de los libros era muy detallado y con muchos dibujos, que le permitieron entender fácilmente las técnicas necesarias de este arte; el donde cortar la raíz, como amarrar las ramas para evitar su crecimiento y el como suspender el natural desarrollo de la planta.
La tarde que iniciaba el curso estaba muy emocionada había leído los dos libros y solo esperaba que el instructor le aclarara todas sus dudas. Al entrar el maestro se sorprendió, nunca se imagino que fuera un verdadero japonés y además de edad, quien lo fuera a impartir.
El Señor Takeda transmitía con su sonrisa y su tono suave al hablar una paz que ella reconoció necesitar, pensó si aquí podía encontrarla tendría esperanza de aplicarla para poder comunicarse con sus hijas. Carolina se emociono por todo lo que explicaba el anciano, quien les explico la antigüedad y riqueza de las técnicas, del valor de la paciencia, la perseverancia y el amor que se requería para tener éxito en este arte.
Quiero hacer una aclaración – dijo el maestro – lo que haremos nos permitirá tener un hermoso árbol en miniatura, esto seria nuestro logro; pero estas técnicas nunca las apliquen con sus seres queridos, porque a un ser humano solo se le puede admirar por su grandeza. Estas palabras sacudieron su corazón y aclararon su mente. Había tantas capacidades en su hija y tantas energías que se podían orientar para que triunfara en la vida y recordó como su madre pacientemente comprendió con amor su época de adolescente, escuchando sus palabras, abierta a la comunicación-
Nunca en su vida olvidaría ella esta primera lección. Y mientras ella aplicaba las enseñanzas del Señor Takeda y daba forma a su bonsái, vinieron a su mente esas… ahora cualidades que ella veía como dificultades en su hija Yazmín. Su rebeldía, que no era otra cosa que el deseo de que todos supieran que tenía ideas propias; su fuerza de carácter diciéndole al mundo ¡no me doy por vencida!. Y su afán de tomar como suyas las causas que implicaban el bien de los menos favorecidos como una manera de hacerse solidaria de un mundo al que quería integrarse, del que tomaba vida e identidad, dándole al mismo tiempo vida e identidad a ese mundo.
Comentarios
encantador, es otro punto de vista que no habia notado, gracias es muy enriquecedor para nosotras las mamas de adolescetes. saludos