Hace años las parejas que se unían era por conveniencia, o porque así lo decidían las familias de acuerdo a la reunión de herencias o dotes, tal vez porque querían tener hijos, pero no por amor, “eso” decían, vendrá después. Y estos vínculos matrimoniales, por las mismas razones sociales o de costumbre, eran permanentes o muy duraderos.
Los matrimonios por “auténtico” amor llevan menos de 40 años, estas parejas se unían ya para formar una familia, porque existía entonces ese vínculo de unión emocional. Las personas se hicieron responsables de su propia relación y también del mantenimiento de esa relación matrimonial o afectiva que esto implicaba. Ya no había vínculos sociales ni presiones económicas para mantener esa unión “real”, todo era “por amor”. Pero, ¿y si el amor se acaba? Hoy en día tenemos la oportunidad de terminar fácilmente con el vínculo matrimonial, sin presiones sociales, y por desgracia, no nos han dado las herramientas para mantener este vínculo, que antes se mantenía de cierta manera por sí solo o eso se creía.
Por lo mismo y desde entonces las personas se vuelven a enfrascar en su rutina y vida propia, olvidándose del amor, se van olvidando que estaban enamorados, la pareja que era lo fundamental, pasa a segundo término; ya no se acuerdan para qué o porqué se casaron, de acuerdo a estudios esto ocurre dentro de los primeros cinco años de vida marital, y a veces desde los dos años de haberse unido.
Por lo tanto, este vacío del amor va generando conflictos y enfrentamientos.
Según los estudiosos hay cuatro ingredientes corrosivos que separan a la relación de pareja y son: El desprecio, la crítica, la actitud defensiva y la evasión.
Estos cuatro aparecen de pronto, un día empezamos a criticar a nuestra pareja, siempre diciéndole qué hizo mal pero de una forma despectiva; también aparece el desprecio, así comenzamos a rechazar a nuestro compañero por lo que sea, si ya lo criticamos de por sí, porqué no despreciar lo que hace.
Otro punto corrosivo es la actitud defensiva que sin más aparece cuando nuestra pareja nos pregunta algo, nosotros salimos respondiendo a la defensiva nada más porque sí, y no puede faltar la evasión, ya llenos de hartazgo lo que nos queda es ser evasivos, contestar sólo por decir cualquier cosa y salir del paso.
Qué mal estamos cuando dejamos que estas cuatro desgracias dejamos que aparezcan en lo que alguna vez llamamos “nuestro amor”.
Por eso, no seamos estúpidos, ni egoístas utilicemos la inteligencia con amor para ofrecer a nuestra pareja y continuemos en esa aventura que nos dio el Universo para disfrutar, eso que llaman amor.
Comentarios