La mayoría coincide en que el amor es el elemento fundamental para impulsar una relación satisfactoria. Aunque adicionalmente, hay otros factores que favorecen la armonía de la vida en pareja, tales como: comunicación que incremente la intimidad, compromisos que den equilibrio a las necesidades de ambos, límites claros que ayuden a organizar la convivencia, autoconocimiento para reconocer fortalezas y debilidades; así como valores explícitos y compartidos que promuevan la confianza en la solidez de la relación.
Es común pensar en el amor como un sentimiento o estado emocional que incluye a otras emociones como la alegría, la pasión y el afecto compartido. Y podemos decir que además, para expresarlo existen ciertos lenguajes que cada persona traduce como muestras y conductas de amor o ausencia de éste.
Los lenguajes para expresar o entender el amor pueden categorizarse de las siguientes formas: palabras de afecto y reconocimiento; diálogos de lo cotidiano, contacto físico, actos de servicio y atenciones; objetos materiales y tiempo de calidad.
Cada persona aprende desde la infancia a expresar su amor y a interpretar que lo aman con uno o varios lenguajes. Y a veces, cuando se relaciona con los demás y especialmente con la pareja, corre el riesgo de tener dificultades para entender el otro código o ser interpretado equivocadamente.
El riesgo aumenta cuando se entiende y se vive el amor como una emoción, ya que esto implica entrar en una esfera inestable de impulsos, acciones grandiosas, sacrificios, expectativas, idealizaciones, desilusiones y por supuesto, la hazaña de lograr correspondencia en la misma intensidad y forma de expresarse. Situaciones que casi siempre provocan desgaste, desilusión sentimientos de fracaso.
Así, el vínculo de pareja es uno de los más fáciles de fracturar, porque además de lo anterior, ésta relación se construye en el diario vivir, es decir, no viene con nosotros desde el nacimiento como los lazos de sangre que son indisolubles.
En la relación de pareja, el amor es como la harina que usamos para hacer un pastel; dicho ingrediente de forma única no es suficiente para hacerlo, son necesarios también otros materiales para darle consistencia, elevación, sabor único, tiempo de cocción y reposo sobre una base, antes de decorarlo y degustarlo. Sin harina no hay pastel, pero sin los demás ingredientes tampoco; sin amor, es difícil vivir una relación de pareja satisfactoria, pero el amor no es lo único que la conforma ni la hace plena…
A pesar de que todos hemos sentido la pena que provoca sentir roto el corazón, siempre es posible restaurarlo.
Una de mis propuestas favoritas como tratamiento para sanar las heridas del corazón, es aprender a vivir EL AMOR COMO UN ESTADO DEL SER, no como emoción; y AMAR COMO UNA ACCION DECIDIDA Y CONSCIENTE.
Quienes apuestan por vivir así, permiten que aquellos a quienes deciden amar sean ellos mismos, no los tratan de hacer a su propia imagen, porque entienden que solo amarían un reflejo del ideal propio en ellos. Y además, logran aceptar que una sola persona no puede satisfacer a otra en todos los planos.
Las personas conscientes de sus actos y responsables de sus expresiones emocionales, pueden sentirse libres para comprometerse con quien llamamos “la persona favorita para estar en pareja” y conducirse a vivir desde el fondo del alma, en el verbo AMAR COMO UNA DECISION.
PSIC. LORENA ALEMAN GUTIERREZ
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gracias por el articulo :)