Los acosadores huyen cuando yo me acerco. Me he entrenado para detectar y reaccionar ante todo tipo de amenazas.
CATEGORÍA: Opinión | Política | Trazos
HABLAMOS DE: 8 de marzo | 8M | colaboradores | feminismo | La Reinota | La Valiente
Este testimonio tiene un carácter ficticio.
Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia…
Estoy lista para la marcha. Tengo que protestar. No sólo contra los feminicidios, las desapariciones y la violencia física y sexual, sino contra todo tipo de ataques hacia las mujeres. Tengo la fuerza y la determinación para defenderme de las agresiones físicas, pero he sufrido mucho las psicológicas. Mi cuerpo no responde a los estereotipos de lo femenino. A pesar de que tengo toda la fuerza y la determinación para no sufrir ningún tipo de violencia física, he padecido constantes agresiones y burlas. Soy alta y robusta. No me gusta la ropa que los fabricantes hacen para mi talla. Puras camisas amplias y holgadas para obligarme a esconder mi cuerpo que ellos consideran defectuoso. Para la manifestación tuve que ponerme una camiseta que me queda chica, pero la prefiero, no me importa que al alzar los brazos se asome parte de mi torso.
Dada la situación actual, siempre traigo puesto mi cubrebocas, lo que no me impide gritar. Necesito que me oigan, que sepan que yo he sufrido doble maltrato. Odio cómo me han etiquetado. Nadie sabe mi nombre. Me decían “la Giganta” o “la Goliat” y se alejaban de mí como si fuera un monstruo o parte de las atracciones de un circo. En la Escuela Secundaria quise inscribirme al taller de electricidad, pero el profesor no me lo permitió y me mandaron a la fuerza al de corte y confección. He tratado de formar parte de los equipos de basquetbol, pero me rechazan porque dicen que debiera ser más estilizada.
Crecí en uno de los municipios más peligrosos de México. Las mujeres de mi barrio me ven como figura protectora. Ellas saben que pueden acudir a mí en caso de peligros. Tienen mi número identificado en los celulares como si fuera el de emergencias. Los acosadores huyen cuando yo me acerco. Me he entrenado para detectar y reaccionar ante todo tipo de amenazas. Sé cómo enfrentarlas con serenidad. Son parte de mi vida cotidiana. Por eso, cuando vi un artefacto con humo en plena Plaza de la Constitución, mientras las otras huían, inmediatamente decidí correr y removerlo para salvar vidas. Estaba pesado, y el gas me produjo picazón en la garganta, pero yo no podía dejar que ese objeto extraño estallara en medio de nosotras.
Me filmaron en plena acción y ahora aparezco en la prensa y las redes sociales con el nombre de “La Reinota”. Desde entonces recibo llamadas para pertenecer algún cuerpo de seguridad como la policía y los bomberos. Me he negado. Prefiero dedicarme a mi carrera de ingeniería en sistemas y seguir luchando por la causa de las mujeres. Ahora he vuelto al Zócalo cuando me buscan para que dé entrevistas. Con orgullo, me gusta lucir mis cabellos largos recién pintados de verde, y mis blusas ajustadas con escote y adornos de flores. Aunque yo no apoyo a las manifestaciones violentas, entiendo a las que han recurrido a ellas por hartazgo.
Según Amnistía Internacional, durante el 2020 en México han sido asesinadas diez mujeres al día. Hemos derramado lágrimas inmensas por ellas y por cada una de nosotras.
Tenemos que poner un hasta aquí, tenemos que decir: ¡Ya basta!
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