EDUCAR HOY, NADIE DIJO QUE FUERA FACIL

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***Todo parece indicar que ciertas suposiciones generalizadas sobre los niños no son válidas. La paternidad participativa e implicada de los padres modernos debería haber producido una generación de ángeles. Es evidente que no ha sido así.

 

 

EDUCAR HOY, NADIE DIJO QUE FUERA FACIL

¡Cuidado! Muchas de las estrategias usuales  en la

educación actual de los niños, son contraproducentes

 

 

Po Broson y Ashley Merryman han escrito el que está destinado a ser uno de los libros más provocativos e influyentes de nuestros tiempos: “Educar hoy (Sirio, 2011). Tenemos aquí un nuevo y revolucionario punto de vista que va más allá de la sabiduría convencional. Algunos de los temas abordados son: El poder inverso del elogio, por qué pelean los hermanos, la relación entre falta de sueño y obesidad infantil, cuándo es demasiado pronto –o demasiado tarde– para hablar al niño de ciertos temas, por qué algunos niños –incluso los que provienen de las mejores familias– son agresivos y crueles, cuándo empieza el niño a mentir. Cómo la mayoría de las estrategias para fomentar la sinceridad sólo consiguen que los niños aprendan a mentir mejor, cuál es la mejor técnica para que el bebé comience a hablar cuanto antes y ¿son útiles los videos y artilugios que se venden para este fin? He aquí una muestra.

 

 

El PODER INVERSO DEL ELOGIO

 

 

Cuando los padres elogian la inteligencia de sus hijos, creen que están creando la solución al problema, pero una creciente cantidad de investigaciones sugieren que podría ser al revés. Poner a los niños la etiqueta de “listos” no les impide rendir poco en la escuela; en realidad podrían ser la causa  de un bajo rendimiento.

 

A decir de la Dr. Carol Dweck de la Universidad de Stanford, California, asegura que cuando alabamos a los niños por su inteligencia les estamos diciendo que el juego es: “aparenta ser listo, no te arriesgues a cometer errores”. Resaltar el esfuerzo da al niño una variable que él puede controlar. Puede ver que tiene control sobre su nivel de éxito. Poner énfasis en la inteligencia natural hace que la situación esté fuera del control del niño, y no ofrece una buena receta para responder a un fracaso.

 

En su investigación la Dra. Dweck descubrió que quienes creen que la inteligencia innata es la clave del éxito empiezan a descartar la importancia del esfuerzo. “Soy listo <<razona el niño>>; no necesito esforzarme”. Hacer esfuerzos llega a estar estigmatizado; es la prueba pública de que no puedes conseguirlo con tus dones naturales.  Descubrió que este efecto del elogio sobre el rendimiento era válido para los estudiantes de todas las clases socioeconómicas. Afectaba tanto a los niños como a las niñas, y especialmente a las niñas brillantes (eran las que más se desplomaban después del fracaso). Ni siquiera los alumnos de preescolar eran inmunes al poder inverso del elogio.

 

La sincronicidad de la alabanza también es crucial-. Según Dweck, el mayor error que hace los padres es asumir que sus hijos no son lo suficientemente sofisticados para ver y sentir sus verdaderas intenciones. Así como podemos detectar el verdadero significado de un cumplido ambiguo o de una disculpa no sincera, también los niños descubren las intenciones  ocultas en los elogios.

 

Para ser  eficaz el elogio tiene que ser específico, la profesora de psiquiatría de la Universidad de Nueva York, Judith Brook explica que se trata de un asunto de credibilidad. “El elogio es importante, pero no el elogio vacío”. Tiene que basarse en algo real, alguna habilidad o talento que el niño tenga. Cuando los niños escuchan elogios que consideran inmerecidos, no sólo descartan los elogios poco sinceros, sino también los sinceros.

 

El exceso de elogios también distorsiona la motivación de los niños que empiezan a hacer cosas únicamente para escuchar las alabanzas, perdiendo de vista el disfrute intrínseco de la acción que estén realizando. Los niños elogiados se vuelven reacios al riesgo y sienten que no tienen autonomía. Los niños que reciben demasiados elogios en casa,  se sienten presionados (por las altas expectativas de sus padres) que no pueden concentrarse en el tema, sólo en la nota que reciben.

 

Por ejemplo, los estudiantes brillantes cuando llegan a la universidad suelen preferir abandonar las clases que sufrir una nota mediocre, y les cuesta mucho elegir licenciatura: tienen miedo de comprometerse con algo porque temen no tener éxito.

 

Y los niños o jóvenes recurren a las trampas porque no han desarrollado una estrategia para afrontar el fracaso. La investigadora de Michigan, Jennifer Crocker explica que el niño llega a creer que el fracaso es algo terrible que la familia no pueda reconocer su existencia. Un niño que carece de la oportunidad de comentar sus errores, no puede aprender de ellos.

 

Por eso es importante tener la capacidad de responder al fracaso haciendo más esfuerzo. La gente que posee este rasgo de persistencia se recupera bien y puede mantener su motivación durante extensos periodos en los que pospone la gratificación. El cerebro tiene que aprender que es posible resolver los episodios frustrantes. “La persona que crece recibiendo premios demasiado frecuentes no tendrá perseverancia, porque abandonará cuando el premio desaparezca.

 

Finalmente, es importante usar el tipo de elogios específicos de acuerdo a la acción que esté desarrollando el niño o joven, no a su inteligencia innata. No decirle al niño que es muy listo significa dejar que llegue a sus propias conclusiones con respecto a su inteligencia, ya que intervenir con los elogios es como dar la respuesta a un problema de su tarea con demasiada rapidez: le quita la oportunidad de hacer la deducción por sí mismo.

 

Sobre los autores. Los artículos sobre la educación de los niños publicados en la revista New York por Po Bronson y Ashley Merryman les valieron el premio de la Asociación Norteamericana para el Avance de las Ciencias, así como el premio Clarion. Por sus artículos en la revista Time se les concedió el premio del Consejo de la Familia Contemporánea al periodismo destacado. Antes de iniciar esta colaboración, Po Bronson había ya publicado cinco libros, entre ellos el best-seller del New York Times ¿Qué debo hacer con mi vida? Ashley Merryman es periodista del Washington Post.

 

 

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Victorina Saldaña

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Comentarios

  • Estimada Blanca, lo que nos dicen los autores es que el elogio debe ser específico, dirigido a un logro. Es decir, si realizo un buen trabajo en la escuela, por decir, un examen de matemáticas, se le debe reconocer, pero decirle que en la geografia debe ponerle más atención.
  • yo ya no entiendo nada otros psicilogos dicen que a la edad de 5 años y le dijimos 1000 veces a nuestro hijo que es un tonto y ahora resulta que tambien si lo elogiamos es malo.   
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