DURMIENDO CON EL ENEMIGO

Es día de lavar ropa, y en tu rutina habitual, comienzas a ordenar tu habitación recogiendo las prendas que caerán dentro de la lavadora, empiezas por un par de pantalones en el cesto, una blusa en el respaldo de tu sillón predilecto y unos calcetines tirados en el piso, luego ves otros calcetines un metro más allá y otro par diferente casi al lado. De repente te das cuenta que pareces paloma detrás de pedacitos de pan, persiguiendo y recogiendo cada calcetín en un camino que lleva al baño. Cuando llegas a éste, ves sobre el lavabo la pasta de dientes sin tapa y una rasuradora recién ocupada y sin enjuagar. Ésta, fue la primera escena que no encaja con tu vida.


Ya más tarde, frente al televisor, tu pantalla no muestra “People & Arts” como sueles ver todos los domingos y en su lugar, un partido “América - Cruz Azul” está a todo lo que da. Cuando te levantas por un refresco de dieta, abres el refri y vez que el sector que debería guardar vegetales, lo que guarda son heladas cervezas, si…cervezassss. Ésta, fue la segunda escena.


Por fin llega la noche y el apacible clima de Mayo te recibe. Después de ponerte todos tus tratamientos nocturnos, te acuestas para el último proceso de belleza, dormir bien ocho horas. Comienzas a aferrarte a Morfeo cuando…unos espeluznantes ronquidos te despiertan, con esto llega la tercera escena.


¿Cómo se llamó la historia?, CON - VI - VEN – CIA.
Resulta que tres semanas atrás, tu pareja y tú decidieron mudarse juntos y fue él (aunque por decisión mutua) quien llegó a “invadir” tu espacio. Claro que la primera semana, el hombre era un pan de Dios, su ropa doblada sobre el sillón predilecto, sus artículos personales bien acomodados en la repisa y ni un solo ronquido corría por sus vías nasales. Pero 21 días después, la verdadera y caótica naturaleza masculina salió a relucir, sacando el Shrek que él llevaba adentro.


Tú juras que lo amas y que estas convencida de vivir con él. Pero pasadas tres semanas, hasta el más mínimo detalle de los hábitos que no comparten te irrita, cada vez que la pasta esta sin tapa te salen canas verdes y ya estas harta de que no deje los calcetines en el cesto de la ropa sucia. ¿Cuánto más vas a aguantar?.


Decidir dar el paso de vivir con tu pareja, es importante y complejo. Y definitivamente es algo que los dos deben hablar muy bien. Inevitablemente, en algún punto de esa convivencia, notarás detalles que no te gustan, y él también, lo que puede llevarlos a constantes discusiones. Es por eso que, tu mejor postura, es hacerle frente al conflicto platicando sinceramente. Puede que te desquicien pequeñas cosas de tu hombre, sin embargo, sería bueno que te preguntes que estás dispuesta a tolerar y que cosas no puedes tranzar en tu estilo de vida, y que se lo comuniques. No se trata de que renuncies a tu espacio, a tu mundo, sino que invites al otro a compartirlo, sabiendo que sacarás lo mejor de ti para él, y a veces también lo peor. Pero al fin y al cabo, te mostrarás a ti misma, frente a la persona que amas y él también lo hará. Al final del día, aunque se interpongan los ronquidos y un poco de desorden, dormirás al lado del hombre que amas, aceptándolo por completo, por que ciertamente, vale la pena y te hace bien.

Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –

¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!

Join Retos Femeninos

Comentarios

  • Letizia: Efectivamente, hablando todos se entienden. Es importante que tú y tu pareja establezcan los acuerdos que a ustedes les sirvan, y de esta manera que puedan disfrutar su relación. Gracias por tu comentario. Sigue visitandonos. Saludos!

  • Hablando se arreglan las cosas, yo por aguantar y evitarme problemas terminé mi relación por llegar al límite de mi tolerancia.

    He decidido tener pareja pero no vivir con él, creo que se disfruta mucho el romance por ambas partes.

This reply was deleted.