Mi tan anhelada intención estaba por ceder. Me preguntaba una y otra vez en un viernes de garnacha, qué pasaba hoy por mi mente para devorarme ese enorme pambazo. ¿Acaso existe un plan maléfico, un ser perverso que no me permita llegar a mi objetivo de peso?. Si solo soy una mujer indefensa y bien portada con la noble y total intención de conseguirlo!. La verdad es que no. La persona saboteadora, víctima de las circunstancias, ajena de su voluntad y poco decidida a ganar, soy yo misma. No hay un plan perverso. No hay un ser maléfico. Solo soy yo y una gran falta de voluntad y motivación.
Aunque mi mente dice que “tengo” que llevar un plan, que “debo” hacer ejercicio, que “tengo” que empezar a amarme primero, en realidad ¿lo creo?. Recuerdo cuando alguien me contestaba a mis interrogantes con una frase letal, casi paralizante: Uno CREA lo que CREE!.
Mi idea de recrearme empezó por ahí del 94, (hasta raro se ve poner fechas del siglo pasado). Saliendo de la prepa mi plan era perfecto. Ahora sí Claudia, te pones a dieta, haces aerobics (para el público joven algo similar al body combat o cross fit) y te lanzas a la conquista de todos los chicos que te encanten.
La decepción no llegó de manera inmediata. La decepción me la reiteraba año tras año, convirtiendo un sueño hueco con un sentido de vida muy llano.
Hoy soy una mujer del 2013 (na´ más saquen cuentas). Mis objetivos han cambiado para lograr tan anhelado sueño. He bajado de peso, he subido, conquisté chicos, me conquistaron otros, llegó el esposo, el bebé, la casa, el perro, la cocina, la profesión, los dineros, la vida. Y mi sueño, sí, ese que anhelaba con grandes ansias, se iba desmoronando.
No tuve más remedio que replantearme el dichoso sueño. Para empezar aprendí que no es un SUEÑO, es un OBJETIVO. Ese sueño juvenil era frágil y yo elegí alimentarlo muchos años. Aunque ya no era la intención conquistar chicos, sí había otras razones. Que me quedara un vestido tal, que se acercaba la boda de Fulanita, que se murieran de envidia mis amigas (y no tan amigas), para gustarle más a mi esposo, o para sentir que valía un poquito más, o para sentirme deseada, o para sentirme……., simplemente sentirme.
Las metas eran decadentes y cada día le sumaba más valor a un sobrepeso. Mi atención se centraba en la gordura, en el sobrepeso, en la sobrecarga. Sin querer lo fui empoderando. El control de mi vida se regía por cuantos kilos tría de más. Si había un sobrepeso importante, decidía no ir a la fiesta de las amigas bonitas con cualquier excusa. Si traía menos kilos, optaba por colocarme una faja casi inmovilizadora y ajustarme una blusa para hacer desaparecer esos gorditos de la espalda. Una vez inmóvil y ajustada, me lanzaba al mundo, aunque el resultado era que seguía siendo la misma mujer tímida que se escondía detrás de esas fajas tan molestas.
El camino ha sido de ida y venida. Unas veces fui, caminé, lo lograba, palpaba ese sentirme delgada y mágicamente meses después regresaba el sobrepeso. De nuevo veían las ideas del plan maléfico o el ser perverso que conspiraba contra mí. Caía en las redes de esa mujer presa de la vida, de las circunstancias, de la pasividad, de la reactividad. Y entonces volvía a comenzar.
Hoy he encontrado un mejor lugar desde donde veo ese viejo y caduco relato. He entendido que no solo hay que alimentar al cuerpo, también hay que alimentar al alma, a la mente y a las emociones. Hoy no empodero a un sobrepeso, hoy nutro a mí ser delgado, saludable y merecedor de felicidad que habita en mí y que está dispuesto a quedarse. El sobrepeso que cargo es mental y emocional. Lo sé. Cuido mis palabras, mis creencias, mis ideas, mis emociones y busco expresar lo mejor de cada una de ellas para mí.
Hoy mi paz ha sido dejar de perseguir estereotipos que alguna vez adopté. Encontré a una mujer responsable de su vida, de sus metas, de sus ideales y comprometida con ella misma. Ser delgado para mí significaba SER y deposité muchos valores de mi vida ahí. Hoy ser delgado para mí significa ser saludable, gustarme, moverme con agilidad, correr, sentirme sexy.
Me parece que cada persona tendría que identificar primeramente el para qué antes de empezar a actuar. Desde esa motivación es más factible que podamos llevar a cabo acciones y darnos cuenta de nuestras emociones y pensamientos limitantes que no nos permiten lograr nuestro objetivo.
¿Qué te motiva a ser una delgada en potencia?
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Comentarios
Estoy en ese proceso, mil gracias a este blog me hago preguntas sobre cuales son mis motivaciones.