Jamás olvidaré a Sarita, la mamá del escritor Don Miguel Ruiz. La conocí cuando tenía más de 100 años y estaba completamente lúcida. Ella me contó que hace muchos años había trabajado para el gobierno federal cuando no tenía papeles. Un día llegó al trabajo y encontró un cartel que decía: “En esta oficina hay empleados sin papeles”. Enseguida se identificó, y pensó: “Se refieren a mí”. Habló con su jefe y le contó su situación. El jefe no lo podía creer.
Se preguntarán cómo es posible trabajar para el gobierno federal sin tener papeles. Sin embargo, quienes hace tiempo estamos aquí sabemos que antes era más fácil conseguir trabajo siendo ilegal. No se pedían tantos documentos.
Sarita me contó que solía conversar con Dios. Dios le preguntaba: “¿Confías en Mí?” Y ella contestaba: “Sí, pero no tengo papeles”. Y Dios le volvía a preguntar: “¿Confías en Mí?” Y ella contestaba: “Sí, pero no tengo papeles”. Luego me dijo: “Ahora tengo papeles. Dios me los consiguió”.
No podemos evitar sentir angustia y preocupación, pero debemos tener CONFIANZA y saber que las cosas se resolverán. Tal vez no se resuelvan cuando y como queremos, pero se resolverán en el momento perfecto y correcto. Hay una parte interior nuestra que lo sabe. Esa parte sólo espera que le demos permiso para actuar.
Para permitirle a esta parte nuestra resolver los problemas, podemos repetir mentalmente la palabra GRACIAS. Cuando nos sentimos preocupados, ansiosos o temerosos repetimos simplemente: “Gracias, gracias, gracias.” Es muy importante saber que todo en la vida es una bendición, aunque no lo parezca.
¿Cómo podemos saber si es correcto quedarse en este país? Si las cosas no se dan de la manera que esperamos, tal vez haya algo mejor esperándonos. Sólo debemos dar nuestro permiso para ser guiados. Así atraeremos a nuestra vida lo que es perfecto y correcto para nosotros. Se los vuelvo a repetir, NOSOTROS NO SABEMOS QUÉ ES.
Cuando repetimos la palabra gracias, nos hacemos 100% responsables y aceptamos que hay algo adentro nuestro que atrae determinadas situaciones a nuestra vida. Así “soltamos” el problema y nos volvemos observadores, dejando de ser parte del problema. Aceptamos que por algo las cosas son como son y que son perfectas aunque no lo parezcan y no lo entendamos. No es necesario hacer nada. Sólo debemos hacernos 100% responsables, soltar (decir gracias) y observar.
El secreto es estar en paz sin importar lo que suceda. Decimos “gracias” si aprueban la ley de amnistía y “gracias” si no la aprueban, “gracias” si calificamos y “gracias” si no calificamos. Observamos y aceptamos, porque CONFIAMOS que, si las cosas no se dan como lo esperamos, es porque algo mejor está en camino.
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