DE CABILDEO Y POLÍTICA 28 DE MAYO DE 2010

Todos eran héroes y convivían en mis libros de historia…pero unos a otros se enfrentaban, se combatían, incluso se asesinaban…no me hacía sentido la historia. Un Francisco Madero, al que no le gustaba el Indalecio, muy peinadito, muy fajadito, que retomaba la democracia liberal, como anhelo. Que desde la cárcel triunfó para derrocar a un personaje ambivalente, un Porfirio Díaz, también héroe y tirano, que inexplicablemente para mis 10 años, se había transformado de liberal y modernizador, a promotor de nueva esclavitud.Un Emiliano Zapata, de limpia mirada, que hablaba de justicia, de derechos y libertades, para todos, con un abogado a su lado, que escribía nuevas ideas sobre la propiedad, los derechos de nuestros pueblos indígenas, de la necesidad de cambiar para garantizar una mejor vida. Muere traicionado por los suyos, acribillado por otros, también libertarios, pero que lo sentían muy incómodo.Y bueno…es Francisco, Pancho Villa, con quien el General Ángeles y mi abuelo, recorrían en trenes, con sus cañones, que lo dejaron sordo-a mi abuelo artillero-, no vaya usted a cambiar la historia; conquistando las ciudades norteñas, con una furia donde “la bola” a todos reclutaba, por la fuerza del ejército federal, por la necesidad de supervivencia y libertad de muchos oprimidos. Ese, al que mi otra abuela llamaba forajido, bandido y hasta asesino. Expresión de la barbarie y de la violencia de un México bronco, que tan bien describirían después tantas ilustres plumas y tantos muralistas. El único que ha invadido el territorio de los vecinos, al saberse traicionado.Un héroe que no sonreía, alto, delgado, adusto, Lázaro Cárdenas, que con el general Mújica, impuso la visión de derechos sociales a la Constitución de 1917, pese a la oposición y berrinches de algunos carrancistas. Una historia llena de contradicciones y contrastes - muy inaccesibles para mi corta edad-, que hacían de la historia una gran incógnita. Donde todos estos héroes, como semidioses griegos, eran presa de pasiones, de fallas humanas, y sin embargo, forjaban patria. Que laberinto.Todos ellos antecedidos de otras figuras, las de la Independencia, con un cura Hidalgo, hombre culto, que desde luego no creía en dogmas absurdos, y que, forzado por circunstancias, e impulsado por ideales, hizo de la chusma un ejército insurgente, con un grupo de criollos que veían en el imperio español, la fuente de desigualdades y de injusticias.De otro cura-tema misterioso ese de sacerdotes guerreros para mi niñez- Morelos, con su pañuelo en la cabeza, que habló de lo que muchos soñaron, una nación. Lucha que sólo se concreta hasta años después, cuando el indio con acceso a la cultura, el abogado masón, Benito Juárez, forja una verdadera identidad nacional, que destierra fueros y privilegios, para afianzar libertades, conformar un Estado nación, con una generación de hombres ilustres, surgidos de repente, con una gran claridad de ideas y proyectos. Combatido por otros también ilustres conservadores, que en su afán de conformar otro modelo de país, buscaron un emperador, Maximiliano, de la ilustre casa de los Borbones, que les resultó más liberal que muchos de sus enemigos.Y ya que hablo de curas, tengo que mencionar la nota que dio esta semana la Arquidiócesis de México al acusar al INEGI de “rasurar” del cuestionario del próximo Censo el nombre correcto de la “Iglesia Católica Apostólica Romana”; con la intención de disminuirla estadísticamente, al final les aclararon la confusión y ya se anunció que no habrá boicot.Bueno, bueno…como nada hacía sentido en la historia y sus héroes-villanos, me senté con Lala, mi abuela, quien vivió la Revolución, la decena Trágica, La Guerra Cristera, y la crisis mundial de 1929-1933. Y platicando, así no más, sin prejuicios y con su sabiduría, fruto de una vida, no de una escuela, me explicó por que mi otra abuela aborrecía a Villa y a Cárdenas, como las familias sufrieron, como se enfrentaron y aniquilaron muchos mexicanos.Mi adolescencia se asomó así a otras concepciones del mundo y de mi entorno. Se develaron misterios, y me consumió la pasión por la historia, que sigue vigente. Aprendí a amar a mi país, reflejo de sus contradicciones, de esa historia, de esos personajes que surgieron de sus propios contrastes. Por eso, en estos días de reflexión, en medio de nuevas convulsiones políticas y sociales, donde reconocemos las debilidades y fortalezas de nuestra condición humana, comparto con ustedes, como conocí a mi país, como aprendía a quererlo y como duele…ay, ay ay…lo que nos pasa.No para lamentarme, sino para sacar las fuerzas de ese glorioso pasado, lleno de contradicciones, que explican muchas fallas, para enfrentar lo cotidiano con esperanza, de que podemos como colectividad superar adversidades. Pero para eso, hay que marcar rumbo. No podemos dejar solos a nuestros políticos y luego reclamar lo que no estamos dispuestos a otorgar. Empecemos por cuidarnos, por reconocernos diferentes, y como en el pasado, hagamos de esas diversidades una nueva historia, de libertades y responsabilidades.Ya les platicaré más del proyecto Capital, Causas y Libertades, que puede hacer una diferencia, a partir de esas diferencias para vivir mejor.
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