No pienses mal de ti
Se más benigno con tus acciones,
afortunadamente no eres perfecto.
No te insultes ni te irrespetes, lleva un registro
sobre tus autoevaluaciones negativas.
Detecta cuáles son justas, moderadas y objetivas.
Si descubres que el léxico hacia ti mismo
es ofensivo, cámbialo, busca calificativos
constructivos. Reduce tus auto verbalizaciones
a las que realmente valgan la pena.
Ejerce el derecho a equivocarte.
Los seres humanos, al igual que los animales,
aprendemos por ensayo-error.
Algunas personas creen que el aprendizaje
humano debe ser por ensayo-éxito.
Eso es mentira, el costo de crecer como
ser humano es equivocarse y "meter la pata".
Esta ley universal es inescapable.
Decir: "No quiero equivocarme", es hacer
una pataleta y un berrinche infantiles.
Es imposible no equivocarte, como lo es
que no haya aceleración de la gravedad.
Los errores no te curten, sólo te recuerdan
que eres humano. Nuestra cultura pareciera
preferir personas psicológicamente perturbadas
pero exitosas, a personas psicológicamente
sanas pero fracasadas. Sin embargo,
el éxito aquí es secundario. De nada sirve
si no se puede disfrutar de él.
La insatisfacción frente a los propios logros
y la ambición desmedida actúan como un motor,
pero por funcionar de manera sobre acelerada,
suele quemarse antes de tiempo.
Eres una máquina especial dentro del universo
conocido, no te maltrates inútilmente.
Exígete, pero dentro de límites
verdaderamente razonables
Fuente. Homilía Católica
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