Buscando definiciones que me confirmaran los conceptos que tengo yo acerca de CURAR y SANAR, me encontré con varias que básicamente giraban sobre la misma idea:
CURAR:
Eliminar el síntoma de una enfermedad
Eliminar rastros de una herida, accidente o enfermedad
SANAR:
Obtener la salud del cuerpo, mente , emociones y espíritu
Comprender las razones
Restablecer el contacto profundo con nosotros mismos y con nuestra misión en la vida
Encontrar el bienestar en todos los aspectos
Comprender mejor las cosas que suceden
Encontrar herramientas, caminos y posibilidades de hacer las cosas de manera diferente.
Me llama la atención las palabras “eliminar” y “rastros” que aparecen en la definición de curar. Y es que hoy las escucho constantemente a través de las personas a quienes tengo el placer de acompañar en su trabajo de precisamente “sanar” su relación con la comida y el peso.
¡Yo misma me las dije cientos de veces! Quería que alguien o algo me “arrancara” los kilos del cuerpo, que no quedara rastro de esa maldición que había caído sobre mi. Me tomaba el estómago y me lo pellizcaba cruelmente deseando con todas mis ganas que desapareciera esa grasa, esa carne, ese veneno…. No me daba cuenta que haciendo eso, inyectaba cada vez más veneno a mi alma, a mi cuerpo, a mis células que respondían obedientes a cada una de mis palabras, enfermando, deformándose, recibiendo mis deseos como una sentencia a muerte: “O desaparecen o recibirán mi odio por siempre”.
Apenas inician los talleres que imparto, hago la siguiente aclaración: “Este no es un método para bajar de peso, para eso, hay miles de libros, clínicas, consultorios, brujos y doctores, aquí vienen a sanar, a reconciliar, a liberarse, a trabajar……” De hecho les digo que si lo desean pueden irse y gastar su dinero en algo más. Pero no lo hacen; Todos se quedan porque tienen la esperanza de encontrar algo diferente, aunque sé que en alguna parte , lo que aparece es el deseo enorme de que yo les dé alguna píldora mágica o alguna práctica milagrosa.
Aún así deciden escuchar con atención lo que les digo; se conmueven, entienden, se liberan, empatizan, al grado que cuando termina el taller tienen la mirada serena , el semblante relajado y un brillo especial que es fácil reconocer. Se llevan pistas super valiosas acerca de ellas y ellos mismos, comienzan procesos de comprensión y perdón incalculables, herramientas nuevas de ¿Cómo, Cuándo, Cuánto y Qué comer?, hacen hermandades, ponen en marcha proyectos que tenían atorados hace años, reconcilian con partes profundas, aceptan responsabilidades, desafían creencias, reconocen sus valores, etc, etc, etc…..
Pasan los días y toda esa riqueza que obtuvieron comienza en algunos de ellos a transformarse en la pregunta de siempre: ¿ Y cuándo desaparecerán los kilos?. No alcanzan a ver la dimensión de la sanación que están teniendo, por ver lo que su ego les ha hecho pensar que es lo importante . No pueden ver que los kilos son sólo el síntoma, que cuando ya no tengan una función en su cuerpo se van a ir, pero no sin haber cumplido su misión.
Cuando les comento que una parte de esta aproximación sugiere no hacer dietas, hay quienes se asustan porque sienten que van a perder la única base solida de toooooooda su estructura de vida, otras personas por el contrario salen felices porque aunque yo les digo que dejar de hacer dietas es iniciar un proceso de responsabilidad, de trabajo profundo, de recuperar la capacidad de hacer elecciones saludables en todo sentido, de experimentar, de reconstruir, etc. , sólo escuchan : ¡Tengo que comer puras porquerías!
Y en la comida como en la vida, comúnmente nos ocurre algo similar, deseamos que los cambios se hagan rápido, sin complicaciones y sin esfuerzo. Me impresiona la cantidad de recursos y talento que se destina a crear productos y servicios que nos hagan la vida más ligera, sencilla, práctica e impersonal.
La curación es eso, es querer que nos pongan una venda en la herida (y en los ojos), y que podamos seguir nuestro camino como si nada hubiera pasado, sugiere quitar, despegar, arrancar, evadir, no mostrar, no cambiar, si no seguir siendo lo que éramos antes de que la herida, la enfermedad, los kilos, la adicción o la pérdida ocurriera. Olvidando que justamente lo que nos ocurre tiene la intención de movernos de lugar, sugiere que no permanezcamos en donde estábamos, la evolución no se da intentando que las cosas permanezcan igual, si no cuando nos transformamos a partir de ver lo que nos ocurre, de enfrentarnos a los nuevos retos, cuando honramos cada herida, del mismo modo que honramos cada batalla.
Cura
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