CUOTAS, PARIDAD E IGUALDAD DE GÉNERO

A partir del principio de igualdad y no discriminación y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos donde se establece en su Artículo 1 que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos” es que han surgido entorno a la igualdad de género (igualdad entre mujeres y hombres) diferentes acciones orientadas a reducir las brechas que tienen en desventaja a la mujer en sus derechos y obligaciones, así como el acceso a oportunidades para una vida digna.

Estas acciones, se conocen como acciones afirmativas de carácter temporal, que son medidas correctivas que eliminan prácticas discriminatorias hacia las mujeres y con ello se busca dar un trato “preferencial” a través de políticas, programas, convenios.

Ejemplo de ello es el establecimiento de las cuotas de género, también conocidas como cuotas de participación de mujeres para lograr su integración en ámbitos como el político o empresarial. Hoy en día existen empresas que tienen cuotas (30, 40 por ciento algunas) en los distintos niveles jerárquicos, algunas con énfasis en los niveles altos de dirección que históricamente han sido ocupados por hombres.

Las cuotas son una vía para alcanzar la paridad. La paridad en México es un principio constitucional que se refiere a la representación equilibrada (50 por ciento hombres, 50 por ciento mujeres), justa y legal de hombres y mujeres en puestos de poder y toma de decisiones en la política, economía y sociedad. En la política mexicana según el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) en las elecciones de 2018 “de 48 candidaturas a la gubernatura en nueve entidades, únicamente 11 fueron de mujeres” y “solo nueve mujeres han sido gobernadoras, la primera en 1979 en el estado de Colima y las más recientes en Sonora y en la Ciudad de México. 

De acuerdo con la Organización para las Naciones Unidas (ONU), para alcanzar la igualdad sustantiva (la que se busca lograr a través de las acciones afirmativas), “es necesario que las leyes y políticas garanticen que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres. Que exista la obligación de los Estados para remover todos los obstáculos para que la igualdad se alcance en los hechos”.

El camino hacia la igualdad de género, el de la igualdad sustantiva, podría acortarse si en los distintos niveles y ámbitos se involucra a las mujeres en el diseño y puesta en marcha de esas acciones; ya que son las mismas mujeres quienes conocen los contextos, barreras, todo aquello que les impide vivir en libertad y autonomía plena.

A casi un año de la mega marcha del 8 de marzo en México, cabe recordar y hacer eco de la necesidad de continuar haciendo público lo que en privado es otra pandemia, la desigualdad de género.

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