Cucharas Largas

Un viajero, a lo largo de su vida había acumulado algunas historias y conocido decenas de lugares, por momentos sus recuerdos se confundían, al punto de no identificar si eran reales o imaginarios.Una de sus vivencias favoritas, era su corta visita al País de las Cucharas Largas. Te la voy a contar:Venía en su auto sobre un sendero que llevaba al final del sinuoso camino apareció una enorme casa, al aproximarse, notó que la mansión estaba dividida en dos pabellones: un ala oeste y un ala este.Estacionó el auto y se acercó a la puerta, donde colgaba un letrero que decía:* BIENVENIDO A LA CASA DE LAS CUCHARAS LARGAS*AQUÍ EXISTEN SÓLO DOS HABITACIONES: LA NEGRA Y LA BLANCA. PARA RECORRERLAS, DEBE AVANZAR HASTA EL FINAL DEL PASILLO; DOBLAR A LA DERECHA PARA VISITAR LA HABITACIÓN NEGRA, O A LA IZQUIERDA PARA LA BLANCA.El hombre caminó por el pasillo y dobló a la derecha. Un nuevo corredor se extendió ante sus ojos, divisó una enorme puerta al final de éste. Conforme se fue acercando, escuchó quejidos, lamentos y gritos de dolor, que provenían de la habitación negra.Por un momento dudó en avanzar; cuando llegó a la puerta, respiró hondo, giro la perilla y entró. Sentados alrededor de una larga mesa, había cientos de personas; la mesa estaba repleta de los manjares más exquisitos que cualquiera podría imaginar y aunque cada plato estaba servido generosamente, estas personas se estaban muriendo de hambre. El motivo era que las cucharas tenían el doble del largo de su brazo y estaban pegadas a sus manos; de ese modo todos podían servirse, pero ninguno podía llevarse el alimento a la boca.La situación era tan desesperante que el hombre dio media vuelta y salió corriendo del salón.Volvió al hall central y esta vez, se fue para el corredor de la izquierda, que conducía a la habitación blanca, era un corredor similar al otro que terminaba en una enorme puerta. Al avanzar escuchaba risas y voces en gran tertulia. Al llegar a la puerta, el viajero giró el picaporte y entró en la habitación, cientos de personas estaban sentados en una mesa repleta de exquisitos manjares; también cada persona tenía una larga cuchara pegada a su mano; sin embargo, a todos se les veía complacidos, se daban de comer unos a otros.El viajero sonrió, dio media vuelta y salió de la habitación blanca.Escuchó detrás de él un ‘click’ de la puerta que se cerraba, se encontró en su auto, manejando rumbo al Paraíso.
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Comentarios

  • Este fue un cuento que me lo relató mi gran maestra Maria Joy, y nunca pude olvidarlo. Porque culturalmente nos enseñan a pensar solo en nosotros y no en la union.. que hace la fuerza y en este caso, alimenta. Creo que el alimento espiritual es el mas importante.. y hay mucho por dar y recibir.
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