CUANDO TODO MUNDO ESTÁ CONTRA TI
Cuando parece que todo el mundo está contra mí, y esto se convierte en una vivencia cotidiana, una experiencia conocida desde siempre. Qué difícil, qué difícil es vivir así. Me da miedo hablar, me da miedo expresar lo que siento, me dan miedo tus respuestas, tus miradas, lo que callas, lo que no dices. Por qué veo que los demás son felices y a mí llega solamente infelicidad. Por qué me siento solo, a pesar de vivir rodeado de personas y oportunidades también, por qué siento que todos están contra mí. Pero cuando pienso y analizo que en realidad: él no dijo nada agresivo o algo que pudiera lastimarme, creo que el problema sólo esta en mí.
Toma nota en el corazón y abre la razón; cuando tú interpretas las miradas y los pensamientos de otro tienes un altísimo riesgo de fallar, de estar equivocado. Es mejor preguntar: “¿Te incomoda lo que digo?” Aclara pero no hagas guerras ni tormentas, analiza si es el momento propicio para hablar, y si lo estas haciendo con las personas indicadas. Analiza también si no, en tu afán de hacer las cosas bien, de parecer perfecto, siempre tienes un reclamo a la vida, siempre percibes “el negrito en el arroz” y descalificas de una pincelada el esfuerzo pequeño o grande que han hecho los demás, como cuando a un niño que hoy hizo su mejor esfuerzo y sacó un seis y le recuerdas que apenas ayer reprobó. ¿Cómo no vas a percibir molestia, hostilidad?
Si vas viendo pequeños logros a pesar de la adversidad y en vez de estimular el esfuerzo te encargas de remarcar y remachar lo malo, lo que no se hizo, lo que se dejó de hacer. Si propagas rumores negativos, si aun en tu supuesta fe, eres el que siempre dice: “Pues ojalá, Dios quiera”; y no sientes gratitud por la certeza de lo que aún no ves. Ya no te cuestiones: “¿Por qué, por qué todo mundo está contra mí?”. Ahora lo sabes; una persona sin fe es una persona negativa, conflictiva, pesimista que, sin proponérselo e incluso sin darse cuenta, se convierte en el clásico “aguafiestas” y genera molestia y descontento. Otra causa que genera antagonismo es aquella que te lleva a decir: “Tal vez pueda escudarme en la bandera conocida como franqueza: es que yo digo la verdad aunque les duela, aunque les moleste”. Bajo esa bandera escondes tu ira, tu crítica y tu condena, y luego te sorprende que los demás se muestren hostiles contigo.
Tal vez eres de las personas que quieren imponer su voluntad, aun cuando pretendes mostrarte generoso y cuando regalas algo dices: “Este regalito lo pones aquí, este cuadrito lo cuelgas ahí”. Y el regalito y el cuadrito se aceptan con cariño -tenlo por cierto- pero la imposición molesta, la imposición agrede.
No te desanimes, ya has recorrido un camino de análisis y reflexión, ya es posible darte cuenta de que nadie está contra ti; son actitudes que puedes cambiar, son palabras que puedes corregir, son silencios que puedes guardar, que puedes ofrecer.
Ahora, abraza a tu niño interior, abrazándote tú mismo y dile: “Pequeñito, te amo tanto, vives en mi corazón, no tengas miedo de equivocarte, de caerte o de no entender, no tienes que ser el campeón, la súper estrella ni la niña buena ni el hombrecito de mamá. Sólo tienes que ser tú, con tu sonrisa espontánea, y si te equivocas, mi amor, juntos vamos a aprender del error sanando fracturas del alma, corrigiendo la falla, aprendiendo lo que tienes que aprender, tolerando lo que tienes que tolerar”.
Descubre un camino diferente; al aceptarte tú puedes dar y recibir amor, y aceptación. Si cambias tú, cambia el mundo también. Nadie, nadie está contra ti, son las actitudes las que generan molestia, y las actitudes se pueden cambiar. Si te sientes solo, voltea al cielo y percibe el brillo de las estrellas que te pertenece y el Amor de Dios que te cobija.
¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!
Comentarios