Richard Taylor, investiga el alzheimer y lo padece desde el 2001; doctor en Psicología

Victor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet

"¡Cuántas pastillas venden y qué poco saben del cerebro!"

18/10/2011 - 00:19

 

 

Tengo 68 años: la única diferencia entre usted y yo es que yo, si no muero antes de otra cosa, ya sé de qué moriré. Nací en Chicago. Tengo una mujer que me ama, dos hijos y cuatro nietos. Aún estoy con Obama. Colaboro con las fundaciones Pasqual Maragall y Reina Sofía.

 

Me diagnosticaron una demencia hace 10 años... Nada especial: si llegan a los 80, una de cada cinco personas, la sufrirá. Y nueve de cada diez perderán funciones cognitivas.

 

¿Era alzheimer?

Antes hablábamos de demencias; hoy, por intereses de farmacéuticas y lobbies, el 70 por ciento se etiqueta como alzheimer.

 

¿Percibió algo extraño como psicólogo?

Soy doctor en Psicología y fui profesor e investigador en la Universidad Rice, pero no había notado nada raro. Fue mi hija, que sólo me veía de vez en cuando, la primera que detectó mis fallos de memoria.

 

Por ejemplo.

Tenía cita con un médico y fui a otro.

 

Puede pasarle a cualquiera.

Eso pensaba antes de saber el diagnóstico.

 

¿Se asustó?

Quise asumirlo con naturalidad. Tal vez sufriría algún despiste, pensé, pero podría continuar enseñando –había sido elegido profesor del año tres cursos– e investigando. Y no quise ocultarlo. Se lo dije al decano.

 

¿Reaccionó con naturalidad?

Al día siguiente recibí su carta de despido.

 

¿Era legal ese despido?

Fue injusto y poco inteligente, pero legal. Esos despidos aún son legales, por eso ahora luchamos para que dejen de serlo.

 

¿Qué hizo usted entonces?

Me reconvertí sin querer en investigador y experto en dolencias neurodegenerativas.

 

¿Y qué descubrió?

Para empezar, que no me iba a morir. Me habían advertido que la esperanza de vida, tras el diagnóstico, eran diez años de media.

 

¿Y no era cierto?

Yo tenía 58 años y comprobé que el alzheimer se diagnosticaba de media a los 72 años, así que era cierto que la mayoría moría diez años después del diagnóstico, pero ¡porque ya tenían 82! Era falso decirme: "Sólo te quedan 10 años" cuando la estadística decía: "Un alzheimer vive tanto como cualquiera".

 

Sí, pero ¿en qué condiciones?

También cuestioné ese destino horrible de pasear desnudo por la calle; perder el control de los esfínteres y pegar a mi familia...

 

¿No es así?

Cada cerebro es único. El mío durante estos diez años no se ha degradado tanto ni el de la mayoría de los pacientes que trato. En cambio, cuando revelas la dolencia, todos te ponen la L de loco en la frente y esperan que te desnudes en la próxima esquina.

 

¿Los amigos no le han ayudado?

Si me hubieran amputado un brazo, me ayudarían, pero al oír alzheimer, los malos amigos huyen a veces con una excusa tan fácil como "no quiero que te sientas mal al no poder seguir mi conversación".

 

¿Se pierde usted en las charlas?

A veces sí, pierdo facultades, pero mantengo intacta mi necesidad de cariño. Aunque confundiera sus nombres y caras, seguiría siendo yo, Richard, su amigo que los necesita. Además: ¿cómo saben que los confundo?, ¿cómo saben qué pasa en mi mente? En realidad del cerebro no sabemos casi nada.

 

¿Es bueno que te diagnostiquen un alzheimer pronto o mejor no saberlo?

La tendencia es avanzar el diagnóstico y saberlo te permite preparar a tu familia, aunque la mía reaccionó con horror y una especie de extraña vergüenza. Luego aprendimos juntos y me ayudaron a seguir.

 

¿Qué diferencia hay entre usted, diagnosticado de alzheimer, y nosotros?

Ustedes no saben de qué morirán y yo ya sé que, si no me atropella un autobús, y vivo diez, veinte, treinta años más... al final acabaré muriendo de alzheimer.

 

Pues no veo tanta.

La única diferencia no está en la realidad, sino en ese estigma. Si fuera artritis, ni se fijarían, y lo cierto es que el alzheimer, durante años, no perjudica más a la convivencia que una artritis.

 

¿Está seguro?

Tal vez te equivoques de hora y de sitio alguna vez, pero eso no te impide seguir lúcido en muchas otras cosas.

 

¿Tener educación superior ayuda?

Lo que más me ha ayudado es reunirme con otros enfermos e intercambiar experiencias. Vimos que perdíamos memoria, pero seguíamos siendo nosotros mismos.

 

Decían que la cultura ayuda.

Quienes tienen más educación tienen más capacidad de disimular la pérdida de funciones cerebrales. Eso es todo.

 

¿Se curará algún día el alzheimer?

Ni siquiera estoy seguro de que sea una enfermedad. Es una consecuencia de la evolución. Evolucionamos para vivir 40 años y, en sólo dos siglos, el progreso científico nos ha permitido vivir el doble. Y algunos cerebros simplemente no logran adaptarse a esa longevidad sobrevenida. Otros órganos podemos curarlos o reemplazarlos, pero nuestro cerebro es demasiado complejo.

 

¿Ni una línea investigadora promete?

Hemos gastado billones en curar la enfermedad sin resultado. Ahora deberíamos dedicar más dinero a mejorar la vida de los enfermos. Antes de soñar con un improbable mundo sin alzheimer, habría que asumir que en este mundo hay enfermos y ayudarlos. Pero también hay farmacéuticas...

 

¿Por qué la investigación no avanza?

No creo que nuestro cerebro sea capaz de desentrañarse a sí mismo. Apenas sabemos nada de él. Tomamos millones de pastillas para la depresión, por ejemplo, sin saber cómo funciona nuestra mente.

 

Como todo el mundo

Habla tal vez un poco despacio y a veces pregunta a su mujer –sonriente a su lado–: "¿Cuántos nietos tenemos, cuatro o cinco?". Y quizás altere la secuencia temporal de su relato (o yo no me entero, que también es posible), pero puedo afirmar que Richard Taylor –diez años después de ser diagnosticado de alzheimer y advertido de que no viviría más de una década– es uno de los más brillantes y articulados entrevistados que han pasado por La Contra. La Universidad Rice cometió un error al despedirlo cuando reveló su dolencia, pero todos ganamos un investigador independiente, generoso y lúcido al que hay que escuchar, aunque confunda alguna fecha... Como todo el mundo.

 

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Comentarios

  • Muy buen blog gracias Dulce Maria. Lo hace a uno pensar en esas cosas que el senor Taylor senala. Es Alzheimers o es la progresion natural de nuestro cerebro? U otras cosas como efectos de la insulina en las neuronas por tanta azucar que nos hartamos? Tambien llama la atencion que otras cosas se les da una nueva definicion que sirve intereses economicos como a Big Pharma: Depresion cambia a desbalance quimico en el casco. Gastritis; ya no es que se le gaste a uno el tejido protector del intestino por echarle tanto chile a los tacos, sino una infeccion con a-pilori no se que. Y que no le cuadre uno la escuela de chamaco, ah pues sindrome de atencion. Aqui estan estos chochitos, y cuidalos que no se los jame antes tu papa. Y tambien en las mujeres: ganas de matar al marido dias antes de la menstruacion? pues hora ya tambien es un sindrome clasificado y el prozac puede ayudar a no ser otra Lorena Bobbit.
  • Exelente dia!!!Gracias por compartir, fijese que estoy leyendo un libro  "Rejuvenece tu cerebro" el autor luego se lo manda. estare en contacto con ud. Saludos

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