Últimamente, me la paso escuchando podcasts de todo tipo. Soy fan de Adam Grant, psicólogo organizacional desde hace años y ayer publicó uno con Jane Goodall en Work Life by TED. Ella es etóloga inglesa que se distinguió por su estudio de los chimpancés salvajes por 60 años sobre sus interacciones familiares y sociales.
En esta entrevista, menciona algo bien interesante que yo suelo repetir en mis conferencias. No es lo mismo ser líder que tener autoridad; y no es lo mismo tener autoridad que ser líder. En el caso de los chimpancés, puede ser el macho que se impone por ser alfa, pero que no necesariamente la demás de la tribu se sienten cómodos siguiéndolo.
Sin afán de ofender, y únicamente con el objetivo de comparar el ejercicio, se me vinieron a la mente miles de casos de nosotros como seres humanos donde se impone una autoridad, que llaman liderazgo, y que no necesariamente es que las personas o equipos a su alrededor se sienten alineadas, conectadas o leales. En muchas ocasiones, provoca una falta de compromiso auténtico la que impide que haya mejores resultados.
Entonces : ¿Qué debería hacer un buen líder para motivar a su equipo?
Hoy más que nunca, las personas que buscan tener liderazgo para poder influir, deben sentirse más interesadas en las personas que en los resultados, obvio sin perder el foco de un objetivo a alcanzar. Cuando te interesas auténticamente en la persona, lo haces sentir importante, lo valoras y le demuestras que el beneficio es un impacto no solo para la organización, y no para tu propia agenda, esa persona naturalmente se sentirá inclinado a conectar contigo y ser leal.
La influencia se logra cuando estás en el presente, consciente del impacto que tienen tus acciones, tus palabras, tu intención bien enfocada para crear colaboración. Yo recuerdo el tiempo en el que estuve en el medio financiero, algo que al día de hoy observo que sigue pasando es que a las personas de les notaba a kilómetros de distancia que su verdadera intención era o generar poder y reconocimiento propio o bien, llenar su bolsillo antes de pensar en impactar el bolsillo de los demás. Esto generaba apatía, una rotación de personal impresionante y poco compromiso.
En mi opinión, cada vez hay más personas que dirigen organizaciones, buscando el bienestar para sus empleados. Comparten lo que funciona, apoyan cuando tienen retos, están más conscientes o practican el “mindfullness” que les permite generar esa presencia ejecutiva de estar en el hoy y lograr un balance entre el estar y hacer.
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