“Vidrio que se rompe en cachitos y se hace trizas con pensamientos oscuros y de enojo. Premeditadamente se toma una de tres lámparas de distintos tamaños que cuelgan del techo sobre una mesa del comedor y se hace chocar una con la otra. Los vidrios centellean, explotan los focos y la luz se apaga al unísono de luces relampagueantes y estrellitas blancas de los minúsculos pedacitos rotos que van cayendo. Como un chorro de agua materializada, como pensamientos dulces ya amargados, tristes, defraudados. Sentimientos encontrados vacían el alma en un suspiro porque las creencias buenas con el tiempo vuelan y se alejan… dejando a quienes lo adolecen, en soledad.
Ya en el piso de la habitación caótica todo dialogo está de más… Ya todo está deshecho, las ilusiones rotas del amor.
Conocerse a veces duele, profundizar en lo más oscuro del ser.
Mejor sería la ilusión vana de sentirse siempre amada.
Mejor sería vivir siempre en la luz y en el brillo del color chillante y del humor rozagante de dicha, euforia, risa.
¿Podrá ella de nuevo confiar en el amor, cuando ya ni siquiera ella misma se encuentra, ni en ella confía?
Se desvanece la luz, uno y mil pedacitos ahora van cayendo de su pensamiento y, la niña que habita en la mujer, llora. Haciendo confundir sus lágrimas con lo duro, frágil y amorfo del vidrio roto”.
Martha Schumacher
*green-forest-1912-PINTURA rayonista.
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