La necesidad del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer radica en que, de acuerdo a la ONU, la violencia contra la mujer es una violación de los derechos humanos; es consecuencia de la discriminación que sufre, tanto en leyes como en la práctica, y la persistencia de desigualdades por razón de género; afecta e impide el avance en muchas áreas, incluidas la erradicación de la pobreza, la lucha contra el VIH/SIDA y la paz y la seguridad; sigue siendo una pandemia global: hasta un 70 por ciento de las mujeres sufren violencia en su vida.
La violencia contra las mujeres y las niñas se puede evitar; la prevención es posible y esencial, tal y como lo afirma la ONU. Pero para que tal cosa suceda se requiere no solo sensibilidad sino especialización en las personas responsables de tal cosa.
Desde un enfoque de derechos, corresponde a la ciudadanía exigirle al estado cumplir con su responsabilidad de garantizar la seguridad para que ninguna sea ultimada por cualquier hombre que simplemente piensa que puede disponer de un cuerpo ajeno. No debemos perder de vista que las mujeres tienen derecho a la libertad: a andar donde quieran, a la hora que quieran, como quieran, haciendo lo que deseen (mientras no se infrinja la ley) como cualquier persona.
Mientras que cuando hablamos de prevención, nos corresponde participar a toda la población, sobre todo a nosotros los hombres.
¡Basta de educar solo a las mujeres para que se cuiden! ¡Hay que educar a los niños y re-educarnos los hombres para que las respeten!
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