CONTAGIANDO LA PAZ JUNTOS

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La paz es una palabra tan hermosa, envuelve sus brazos a tu alrededor como una manta caliente. Se siente bien decirla en voz alta o respirar la palabra hasta que la sientas profunda en tu corazón.

Supongo que es por eso que el mantra “La Paz Comienza Conmigo” siempre ha servido como la piedra angular de mi trabajo con Ho’oponopono, y la base detrás de mi programa Zero Frequency (nuestro regreso al estado ilimitado que se produce cuando vivimos en el momento presente, consciente y libre de juicio).

Por supuesto, en estos tiempos difíciles, entiendo como la paz puede significar cosas distintas para diferentes personas, a menudo basadas en sus propias experiencias. Para mí, la paz siempre ha sido más que una ausencia de guerra o el fin de la violencia. En cambio considero que la paz es borrar el dolor, o la libertad que viene cuando ya no somos esclavos de nuestra mente, o miedo, o ego. La paz siempre ha sido referente al silencio de mi espíritu, de donde conozco toda la abundancia y brota la esperanza. Y mi búsqueda de la paz nunca se ha tratado sobre la supervivencia del planeta; se trata de la prosperidad de nuestra alma para que podamos experimentar una mayor conciencia, que, a su vez, ayudará a nuestro planeta a prosperar y volverse más pacífico. Lo diré otra vez: La paz comienza con nosotros.

Desafortunadamente, hay tanto odio y miedo en nuestro mundo que es fácil creer que debemos ponernos los guantes y luchar por la paz. Tal vez hasta el punto que deberíamos hacerlo. Pero la verdad es que la paz real — paz duradera — vive más allá del mundo físico. La paz real descansa en nuestros corazones y la libertad que tenemos de las ilusiones sobre el mundo físico. Y así es la cosa: no deberíamos tener que luchar por la paz real. Simplemente deberíamos permitir que sea, o aún mejor, recordar que la paz es lo que somos.

Como dijo una vez Martin Luther King Jr.: “La oscuridad no puede expulsar la oscuridad; sólo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar el odio; sólo el amor puede hacer eso”. Dicho de otro modo, nuestra búsqueda de la paz nunca debe ser una lucha, sino una rendición a los principios espirituales que nos dicen que cualquier energía que traigamos a una situación sólo producirá más de esa misma energía. Depende de cada uno de nosotros elegir qué energía será. Creo que el amor es un gran lugar para empezar.

Y, sí, entiendo que hay problemas globales que pueden requerir que de vez en cuando nos pongamos los guantes (esperemos que con moderación y con sabia discreción), pero debemos darnos cuenta de que la verdadera paz sólo comenzará cuando empecemos a vivir (y actuar) desde la premisa de que “la Paz Comienza Conmigo”, al tiempo que recordamos que “la paz mundial es paz interior”.

Entonces, ¿cómo traemos la paz a nuestros mundos? La respuesta es simple, comencemos a asumir la responsabilidad personal de lo que permitimos que entre en nuestro corazón. Aquí hay una manera:

Las Naciones Unidas han declarado el 21 de septiembre como Día Internacional de la Paz — un día dedicado a fortalecer los ideales de paz observando 24 horas de no violencia y alto al fuego. El tema de este año es “Dar Forma a la Paz Juntos.” Es un tema poderoso que habla de la promesa de cómo una persona puede marcar la diferencia en el mundo, y cómo lo que hacemos en casa (en nuestros corazones) puede extenderse por todas partes.

Y, por supuesto, uno podría preguntarse ¿cómo observar 24 horas de no violencia (o alto al fuego) en su vida, cuando uno vive en una parte devastada por la guerra del país?

Es una buena pregunta y que cada uno de nosotros debería responder individualmente. Sin embargo, sería prudente recordar que la no violencia comienza en el corazón y que, por definición, la base para cualquier alto el fuego es “una suspensión temporal de los combates”. En otras palabras, podemos monitorear lo que permitimos en nuestro corazón, todos los juicios que tenemos sobre nosotros mismos y los demás, así como todos los temores y memorias que hemos permitido que se apoderaran y dirijan nuestras vidas. Podemos dejar de luchar con nosotros mismos (y con los demás) y dejar que nuestro espíritu se calme. Es esta rendición a algo más grande que nosotros mismos lo que nos traerá de vuelta al momento presente. A amar. A quien realmente somos. A cero.

Zero Frequency® es el camino transformador que abrirá nuestros corazones al amor y la paz que ya vive dentro de nosotros. Y cuando alimentamos este suelo fértil que vive en nuestros corazones, lo ayudamos a crecer para que eventualmente alcance y toque el resto de nuestro hermoso planeta.

Así es como podremos contagiar la Paz. Juntos podemos.

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