Cuando hay agresión en la familia, los hijos aprenden a relacionarse con agresión mientras que si hay un vínculo amoroso, se relacionarán con amor. Aunque suene simple lo más importante es que la violencia intrafamiliar crea vínculos de apego agresivos difíciles de romper y que se pueden transmitir de padres a hijos y de una generación a otra, perpetuandose así transgeneracionalmente y sin que los integrantes se den cuenta, esto es, se trata de una transmisión inconsciente, no de una herencia genética pero sí de una transmisión psicológica inconsciente que se puede prolongar en las siguientes generaciones .
Es decir que en el caso de la violencia contra los niños, investigaciones nacionales e internacionales demuestran que las consecuencias de los actos violentos tienden a repetirse en los hijos de las víctimas, y se transmiten de generación en generación, lo cual hace que el problema se incremente, a menos que medien mecanismos para romper la cadena de violencia.
Los vínculos de apego que los niños víctimas de la violencia intrafamiliar establecen íntima y socialmente con otras personas son el punto de partida de la transmisión de patrones transgeneracionales de violencia pero también pueden ser fuente correctiva para sanear esos vínculos en la familia cuando hay consciencia y deseo de cambio, así como un esfuerzo de voluntad diario y consistente para cambiar la violencia por comprensión y empatía. Y no hay que descartar que, cuando sea necesario, se puede recurrir a la psicoterapia, como lo es la opción de la psicoterapia psicoanalítica, para poder evitar la repetición automática y compulsiva del maltrato.
Los vínculos de amistad pueden ser una muy buena alternativa para la salud mental, como veremos en nuestro próximo Coloquio Internacional 2024. Así también, las actividades artísticas son un buen neutralizador de la violencia en las personas.
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