En la observación del entorno, nos damos cuenta de que todo estado es perecedero, inseguro y transitorio. Es fácil concluir a partir de esto que la mente se conduce por sí misma hacia la insatisfacción en una lucha agotadora por alcanzar objetivos y placeres con fecha de caducidad.
Por la inconsciencia creamos necesidades que lejos están de producirnos alegría o contentamiento. La mente, educada y conformada en esta se convierte en el mejor cultivo de creencias que nos impiden alcanzar todo lo que deseamos.
Si obviamos el análisis que requerimos llevar a cabo para superar estos estados de ignorancia e inconsciencia lo único que conseguiremos es hacer de nuestro viaje al interior, un viaje directo al desierto.
Si queremos plantar en tierra fértil semillas que den frutos de bienestar, alegría, felicidad, satisfacción, es condición necesaria elevar nuestra conciencia.
El cambio de nuestra actitud debe ser claro y contundente: debemos tomar el control y la responsabilidad de nuestros pensamientos, palabras y actos.
La mente inconsciente, la que nos dirige la mayor parte del tiempo, sólo nos lleva a autosabotearnos con mentiras y engaños, ahora, eres consciente de esto.
Aprendamos a reconducir nuestra mente aumentando nuestra conciencia, a través de las herramientas que hemos ido adquiriendo, tales como, la reflexión, la meditación, la confianza en uno mismo, el enfoque y la atención en nuestras metas, objetivos y sueños.
Ser conscientes de que la ignorancia, la distracción y la negatividad nos impiden avanzar y generar el cambio, nos obliga a observar en que frecuencia vibramos, y lo que estamos atrayendo; verlas con toda claridad y reconocerlas nos permite transformarlas y eliminarlas de nuestra vida para siempre.
La introspección ayuda a disolver estas bajas frecuencias, al conectarnos con nuestro poder interior, nuestra conciencia se hace fuerte; al enfocarnos, nuestra capacidad de concentración nos lleva a atraer lo que deseamos poniendo en acción la Ley de Atracción a nuestro favor.
La atención es fundamental en todo proceso de cambio y por supuesto nos ayuda a tener una intención clara que nos lleva a obtener un resultado inmediato.
La confianza nos provoca que seamos más perseverantes, lo que a través de un esfuerzo constante e ininterrumpido, nos lleva al éxito.
Tomar conciencia es asumir la responsabilidad, es darle sentido a nuestra existencia, es seguir una ruta en el camino que nos hemos trazado hacia nuestra plena realización; esta nos aleja de ser cometas sin rumbo, nos aparta de ir a la deriva sin puerto seguro.
Fácil es distraerse con todo lo que nos rodea, sin embargo, la luz de la conciencia ilumina nuestra oscuridad, enciende y reanima nuestro corazón; recuerda aquello en lo que te enfocas, crece.
La vida es un lugar donde confluyen las mejores posibilidades para ser, estar y hacer, sin duda, elegir entre todas ellas aquella que nos abra la puerta hacia la felicidad sólo puede darse a través de la CONCIENCIA.
¿Vives en la inconsciencia?
¿Te permites a través de la conciencia abrir puertas?
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Comentarios
Claro, si eres en genuinamente feliz, eres consciente; pero si eres "feliz" por realizar creencias impuestas que no coinciden con los verdaderos deseos de tu corazón y particulares necesidades prácticas, entonces no eres consciente, aún por muchas metas y logros alcanzados que se tengan y por mucha aprobación externa que produzcan. En este caso serás un exitoso para los parámetros sociales, mas faltará esa sensación de felicidad irrefutable e íntima que solo puede dar la consciencia, esa de la cual creo hablas, que te permite tomar el timón de tu vida para conducirte con la debida eficiencia a mejores puertos elegidos, disfrutando plenamente la travesía.