El sueño acabó por lo pronto, sin mayores pesadillas. México perdió ante Holanda con ayuda de la parcialidad del árbitro, lo cual no implica cerrar los ojos ante los errores de la selección mexicana. Claro que mejor dejamos estas reflexiones en manos de los cronistas deportivos y de los técnicos y directivos del futbol, quienes analizarán los errores para tratar de evitarlos en lo sucesivo.
Lo que nos parece interesante es destacar el buen ánimo social que se produjo a lo largo de poco más de dos semanas de fiesta mundialista. También hay que elogiar el hecho de que la derrota no nos sumió en el desgano, el pesimismo o, peor aún, en la protesta irascible.
De hecho, nuestros futbolistas regresaron a México con un reconocimiento generalizado y, aunque no se trajeron la Copa Mundial ni mucho menos, muchos compatriotas celebraron su esfuerzo y sus logros. Incluso, luego de que quedáramos fuera del Mundial, el presidente Peña Nieto felicitó a los seleccionados, aunque sin los excesos de la ceremonia de abanderamiento previo a su viaje a Brasil. “México los quiere y felicita por su entrega, actitud y pasión”, les dijo ahora a través de su cuenta de Twitter. Todo bien hasta ahí.
Ya superado este episodio no exento de una dosis de tristeza, nos queda centrarnos en lo esencial: nuestra situación económica y social, sobre todo en lo que se refiere a las reformas que se han impulsado en la actual gestión de gobierno.
En ese sentido, a imagen y semejanza de lo que ocurre con el futbol, debemos entusiasmarnos por los cambios que puedan venir, previos ajustes de los legisladores y también a partir de nuestra exigencia ciudadana, a fin de que sean mejores tales modificaciones y que de verdad sirvan, que funcionen realmente, de suerte que, convencidos de sus beneficios para el país, los apoyemos plenamente. Porque no se trata de reducirnos a ser espectadores, como tampoco de desempeñar el papel de irredentos perdedores o de meros seguidores de efervescencias patrioteras de coyuntura.
Es preciso trabajar juntos, con buena fe, solidaridad y confianza en nosotros mismos. Ser, en una palabra, esa nación que soñamos desde hace al menos una centuria, con bienestar, justicia y prosperidad para todas y todos.
Qué bueno que nos entusiasmemos con estos encuentros del mundo global, ya sea una olimpiada, un campeonato mundial de futbol o algún otro torneo internacional, pero no olvidemos que, como decía don Vicente Guerrero, la patria es primero.
Facebook: Martha Chapa Benavides
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