Comprar Deudas

Por Fabiola Guerra Ugalde

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Hipoteca, ¿Moneda Espuria?

La esperanza propia yace en el amor, pero, ¿Cómo es el amor en los tiempos de las tarjetas de crédito? Me parece que el problema de las tarjetas de crédito es el problema del amor a la propiedad privada más que el amor a las personas y a la vida.

¿La ilusión de control y dignidad descansa en acumular cosas? Existen casas llenas de cosas que nunca hemos usado. Yo misma tengo una tienda de campaña para 10 personas desde hace 12 años que jamás he usado (y muchas cosas más, que califican de compras inútiles)

Hay una carencia de amor omnipresente en todo lo que hacemos y que se sustituye con la palabra “propiedad”. He llegado a pensar que la propiedad privada es un consuelo artificial casi sopifero que nos hace confundir la diferencia entre “costo y valor” (nuestros anhelos corren el peligro de ser artificiales). Nos hacen olvidar por ejemplo, que la vida es compromiso y hospitalidad con los demás no un capricho por una compra de pánico). El gobierno mismo nos pone un ejemplo del concepto de privatización: en el periodo presidencial de Carlos Salinas de Gortari se privatizaron más de mil empresas públicas. Éste hecho nos obliga a preguntarnos porque las empresas son privadas y las deudas públicas.

Lo mismo pasa en el entorno que gira alrededor nuestro donde cosas desechables e inútiles se convierten en objetos de apego pero, sobretodo en deudas imposibles de saldar (carteras vencidas, por ejemplo). Se vive en un mundo donde es difícil hacer que algunas compras tengan sentido. “Costo y valor” son dos cosas distintas. La inmediatez hace a las personas súper emocionalistas en un momento dado y acto seguido, el ser humano se convierte en un pequeño y miserable Lucer de gustos fingidos.

Las deudas hacen que las personas vivan con verdaderas privaciones, las deudas hacen a las personas cobardes y con el síndrome del trío musical: “Los Panchos” -ansiedad, angustia y desesperación-. Las deudas ponen escenas de suicidio donde las persona abandonan su voluntad, fuerza, poder. Las deudas son la calle de la morgue y la otra cara del Apocalipsis.

Las Tarjetas de crédito y las hipotecas son armas de doble filo en la era de la inmediatez y el consumo. El hombre artificial con su infinita impaciencia de vivir al minuto hace que las cosas tengan una importancia pasajera y, eso incluye: a las personas y a la vida.

La propiedad privada exige idolatría y culto. El mundo que nos hemos creado exige devoción y tiene mucho poder sobre nosotros. No debemos permitir que la fe se reemplace por la alucinación y, la histeria a la propiedad.

Que manden los pueblos no los capitales

Nota muy interesante de la jornada

http://www.jornada.unam.mx/2013/02/18/politica/003n1pol

GRACIAS por leerme