¿CÓMO TE LLEVAS CON TU SOLEDAD?

¿CÓMO TE LLEVAS CON TU SOLEDAD?

La palabra soledad está regularmente impregnada de tristeza, abandono, nostalgia, melancolía…en nuestra mente, claro está, pero en la realidad no tendría por qué ser así.

Las emociones que habitan prolongadamente en el cuerpo y en el alma cuando estamos libres de alguna afección neurológica o mental, son producto de una decisión personal (amar, odiar, perdonar…) de un hábito que se adopta inconscientemente y que promueve la enfermedad (preocupación, ansiedad, neurosis…) o de algún evento traumático que no se ha podido superar. ¿Cuál de estas razones explica tu soledad?

Es importante, entonces, ubicar el origen de la soledad y el tipo de soledad que se percibe, porque esto conduce el tema por diversas vertientes. La primera, es la soledad que implica vivir o realizar actividades sin algún acompañante, porque de esa forma se ha decidido y, en estos casos, es placentera. Se disfruta de sí mismo, hay tiempo para la reflexión, se experimenta gran independencia, en fin, es como muchos anhelan estar: en su espacio, tomando decisiones y valiéndose por ellos mismos. Este tipo de soledad no implica la renuncia absoluta a relacionarse con vecinos, familiares, compañeros de trabajo, pareja, amigos…pero, en los tiempos y lugares que el individuo determina.

La segunda soledad se da por eventos de la vida misma. He aquí algunos ejemplos:

La madre soltera que ha educado a sus hijos y ahora observa con angustia su partida, porque han crecido y decidido independizarse. Es posible que ella experimente el llamado “Síndrome del nido vacío”.

El hombre mayor que ha enviudado y no sabe qué hacer con su vida.

Los ancianos que se han quedado en casa, sin alternativas de irse con algún familiar o de vivir en alguna casa de retiro.

En cualquiera de estos casos, o algún otro similar, se presenta la resistencia el cambio, que de acuerdo con Kurt Lewin, representa un mecanismo de defensa ante la adversidad, ante lo desconocido.

La tercera soledad, es, probablemente, la más compleja, porque está cargada de un vacío interior. Es la famosa “soledad en compañía”. Es vivir rodeado de personas que no logran aliviar esa sensación de querer renunciar a todo, porque ninguna actividad y ninguna compañía ayudan a dar sentido a la existencia.

Ya sea que nos encontremos en el segundo o tercer tipo de soledad, es necesario respirar profundo y retomar las riendas de nuestro destino; vestirnos de entusiasmo, diseñar nuestro plan emergente y disfrutar de lo que sí tenemos. ¿Es fácil decirlo, verdad? Sin embargo, no siempre se logra sólo con la conciencia y el deseo de llevarlo a cabo; en ocasiones, la mayoría, necesitamos de una mano amiga que nos saque de ese estado de encierro psicológico que nubla los caminos que están ahí, esperando por nosotros.

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