Cuando tu bienestar, tu seguridad emocional o felicidad depende de otras personas o de lo que éstas hagan, digan o piensen de ti, entonces muy posiblemente eres una persona con claros síntomas de dependencia emocional.
Causas de la dependencia emocional
La dependencia emocional está alimentada por la falta de autoestima y por aquellas inseguridades personales que alimentan la desconfianza, el miedo y la incertidumbre. Debido a todo ello, la necesidad de buscar seguridad y control aumenta de forma exponencial.
En el interior de una persona con dependencia afectiva existe un nivel de sufrimiento sumamente alto, porque quien la padece llega a pensar que es incapaz de vivir sin esa persona.
En el fondo, aquellas personas que día a día necesitan controlar a su compañero/a de vida, lo que están mostrando es un miedo acérrimo a perder al otro/a. Sin duda, es cómo una especie de adicción a una persona qué, lejos de ser un buen ejemplo de romanticismo o amor, acabará por asfixiar la relación.
En algunos casos llega a ser tan extremo que, en vez de tener una pareja, parecen tener un espía. Por ello, recuerda que el miedo te hace desconfíar, mientras que el amor se alimenta de la confianza, y tú tienes que ser brutalmente sincero/a contigo y preguntarte qué escoges: ¿amor o dependencia?
Debes entender que vencer el apego emocional depende de de tu constancia.
Reconocerla es el primer paso. Nunca podemos solucionar aquello que negamos, ni aquello que no comprendemos. Por lo que el primer paso es reconocer que existe un problema. A veces lo más fácil es culpar a los demás, pero desde ahí nada cambiará. Por eso, tenemos que examinar nuestras relaciones de pareja, familiares o de amistad. Cuando reconocemos un problema podemos comenzar a resolverlo.
Invierte en tu desarrollo personal. Tu propio crecimiento personal es el factor fundamental para aumentar tu confianza, creer más en ti y mejorar tu autoestima, que es lo que marcará la diferencia. Cuando eso sucede, te sientes más merecedora como persona, menos vulnerable a las opiniones de los demás; te sentirás más libre, más fuerte y con menos dependencia emocional.
Céntrate más en ti. Esto no quiere decir ser más egoísta, sino que te des cuenta de que lo realmente importante es lo que tú pienses sobre ti, y no las opiniones de los demás. Deja de estar pendiente de qué dirán o pensarán los demás; la opinión más importante es la que tienes sobre ti misma. Para ello hay que reforzar la identidad personal y desarrollar una autoimagen valiosa que sea digna de ser respetada y amada.
Deja atrás el pasado. Siempre hay que aprender del pasado porque es nuestro gran maestro, pero no traigas al presente los problemas de relaciones de anteriores, porque estarás añadiendo una enorme y pesada carga a tu relación actual.
Comprueba tus reglas. En ocasiones nos encontramos con personas que han adquirido unas rígidas reglas o creencias sobre cómo tiene que ser una relación y sobre cómo tienen que comportarse los demás. Esas creencias personales -en ocasiones erróneas- son una enorme carga en cualquier relación y se convierten en una gran fuente de constantes decepciones.
Asume la responsabilidad de tus emociones. A veces llegamos a pensar que nuestras emociones vienen de afuera, que todo lo que sentimos viene del exterior, pero en realidad nace de la interpretación y el significado que damos a las cosas que suceden en nuestra vida. Por eso, nadie más que nosotros mismos somos dueños y responsables de nuestras interpretaciones y, por tanto, de nuestras emociones. Es fácil adquirir el papel de víctima, de pensar que todo es culpa de los demás. Pero si quieres dejar de ser una persona con dependencia emocional, lo primero es asumir la responsabilidad de tus emociones y de tu vida, sabiendo que ésta no está en manos de los demás, sino en las tuyas propias.
El primer paso para salir de este círculo viciiso es desarrollar una mejor autoestima para estar bien contigo misma, a solas, querernos más; aprender a convivir sin dependencias emocionales, aprender a vivir de una manera más madura y sana, cuidarnos y mimarnos.
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