Publicado por ANGEE ALBA el 21 de Abril de 2010 a las 1:00pm
El oro para ser purificado debe pasar por el fuego y el ser humano necesita pruebas para pulir su carácter. Pero lo más importante es como reaccionamos frente a las pruebas.Una hija se quejaba a su padre acerca de su vida y como las cosas le resultaban tan difíciles.No sabía como hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo.En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un bol. Sacó los huevos y los colocó en otro. Coló el café y lo puso en un tercer bol.Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?""Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta.La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.Humildemente la hija pregunto: "¿Qué significa esto, Padre?"El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.La zanahoria llegó al agua fuerte, dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.El huevo había llegado al agua frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.Los granos de café sin embargo eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua."¿Cuál eres tu?", le pregunta a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?. ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?"¿Y cómo eres tu, amigo? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan , te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, un divorcio o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor.Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.
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Quién eres...?
Si sientes que tu actitud no ha sido del todo buena, ¿quién soy yo para juzgarte?
Si sientes que tu actitud ha sido recta, ¿quién soy yo para valorarte?
Es tu responsabilidad creer en ti, y si tu proceder no ha sido bueno es tu trabajo remediarlo.
¡Qué importa lo que los demas piensen si no saben lo que tú sientes!
Tu cuerpo amuralla tu alma y todo lo que te arrojen para dañarte rebotará sin remedio al que te daña.
¡Cuánta niebla cubre nuestros ojos al evidenciar los errores de nuestros semejantes!
¡Cuánto valor para hacerlo! ¡y cuánto gusto nos causa!
Y despues, la reflexión, el arrepentimiento, y las ganas de dar disculpas que no llegan nunca al perjudicado.
El orgullo nos atrapa las palabras que se niegan a salir de nuestras bocas, pero hay otra opción que está en nuestras manos que saben decir también cosas provenientes del corazon por medio de la escritura, no las estrujemos y dejémoslas libres para decir lo que la boca no nos deja decir.
Comentarios
Si sientes que tu actitud no ha sido del todo buena, ¿quién soy yo para juzgarte?
Si sientes que tu actitud ha sido recta, ¿quién soy yo para valorarte?
Es tu responsabilidad creer en ti, y si tu proceder no ha sido bueno es tu trabajo remediarlo.
¡Qué importa lo que los demas piensen si no saben lo que tú sientes!
Tu cuerpo amuralla tu alma y todo lo que te arrojen para dañarte rebotará sin remedio al que te daña.
¡Cuánta niebla cubre nuestros ojos al evidenciar los errores de nuestros semejantes!
¡Cuánto valor para hacerlo! ¡y cuánto gusto nos causa!
Y despues, la reflexión, el arrepentimiento, y las ganas de dar disculpas que no llegan nunca al perjudicado.
El orgullo nos atrapa las palabras que se niegan a salir de nuestras bocas, pero hay otra opción que está en nuestras manos que saben decir también cosas provenientes del corazon por medio de la escritura, no las estrujemos y dejémoslas libres para decir lo que la boca no nos deja decir.