El maltrato causa estrés y se asocia a trastornos del desarrollo cerebral temprano. Los casos extremos de estrés pueden alterar el desarrollo de los sistemas nervioso e inmunitario.
Señales para saber si nuestra hija sufre violencia de género:
Se aleja de sus antiguas amistades.
Conversa poco de sus problemas emocionales.
Duda de sus propios sentimientos y de su juicio.
Se siente agradecida (de forma poco natural) cuando su novio es respetuoso.
Ignora sus propias necesidades a favor de las del otro.
Una de cada tres adolescentes sufre violencia de género.
Se suele pensar que la educación es la forma de evitar estos sucesos, y es algo fundamental, sin embargo, sigue ocurriendo día a día porque existen otros factores que se nos escapan de las manos.
Los casos de denuncias por malos tratos, abusos y agresiones sexuales entre menores de edad han aumentado hasta un 25%.
¿Cómo podemos detectar la violencia de género en adolescentes?
Debemos estar atentos a las siguientes señales para saber si nuestra hija sufre violencia de género:
En esta misma guía citan algunas de las señales que nos pueden hacer saltar la alarma sobre la violencia de género en adolescentes.
Se aleja de sus antiguas amistades. Deja de ver a sus amigos de siempre y empieza a salir con otra gente.
Conversa poco de sus problemas emocionales.
Duda de sus propios sentimientos y de su juicio.
Cree valer poco o nada.
Se siente mal respecto a sí misma, se infravalora.
Se siente agradecida (de forma poco natural) cuando su novio es respetuoso.
Aunque no esté de acuerdo, acepta sus decisiones.
Pierde la voluntad.
Ignora sus propias necesidades a favor de las del otro.
Incluso sacrifica su propia independencia por el deseo de recibir amor.
No sabe si desea finalizar la relación o continuar con ella.
Baja su rendimiento escolar o laboral.
Le cuesta trabajo concentrarse en sus actividades (antes no le sucedía).
Se muestra muy distraída.
Tiene problemas de salud.
Se muestra irritable.
Tiene problemas de salud.
Se altera su apetito (come más o está inapetente).
Su ritmo de sueño se modifica (duerme muy poco o demasiado).
Tiene miedo de que su pareja se enfade.
Está continuamente en contacto con él a través de móvil o redes sociales, lo que le impide concentrarse en lo que esté haciendo en ese momento ya sean tareas escolares, ver una película, hacer alguna tarea doméstica o mantener una conversación.
Se muestra irascible con la familia.
Reacciona de malas formas por cosas sin importancia.
Plantea problemas para ir de vacaciones o pasar fines de semana fuera si él no la acompaña.
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