Estamos ante una crisis sin precedentes a nivel sanitario, económico, humanitario, de valores, e incluso de libertades.
Hemos visto en cuestión de semanas cómo el estado del bienestar en el que creíamos vivir se ha desmoronado, hallándonos ante una situación de gran incertidumbre.
Incentivado por la gestión política y de comunicación que se está llevando a cabo en la mayoría de países, buena parte de la población ha centrado su atención en lo negativo. El virus y la amenaza que supone para la salud y la vida se han convertido en el eje vertebral del pensamiento de la mayoría.
Hemos perdido de vista que el tiempo es lo más valioso que tenemos. Es lo único que no podemos recuperar ni conseguir de modo alguno. El tiempo que dejamos pasar jamás regresa.
También hemos perdido de vista que estar vivo es un verdadero milagro, que nos debería llevar a sentir gratitud en todo momento, y consecuentemente a mantenernos con un nivel vibracional elevado.
Afrontamos esta crisis como una pérdida, dando por supuesto que las cosas deberían permanecer inalterables, cuando en realidad eso va contra natura. La vida es cambio continuo e incertidumbre. La seguridad, que tanto anhelamos, no existe en ningún ámbito de la vida.
Desgraciadamente han aparecido miedos diversos, dolor por la pérdida, inseguridad, incertidumbre, estrés, ansiedad y angustia en muchas personas. Se trata del peor compañero de viaje que podríamos tener en estos momentos de crisis, ya que
- Reducen nuestras capacidades mentales e intelectuales, siendo más difícil ver la salida de la situación en la que nos encontramos.
- Reducen la actividad de nuestro sistema inmunitario, lo que facilita el contagio, y agrava el desarrollo de la enfermedad.
- Generan acidez en determinadas partes del cuerpo, facilitando la aparición de enfermedades mucho más graves que el propio virus.
Las emociones negativas nos llevan funcionar muy por debajo de nuestras posibilidades, siendo más débiles a todos los niveles.
En estos momentos de crisis es cuando más necesitamos llevar a cabo una correcta gestión emocional, deshaciéndonos de las emociones que nos desagradan con eficiencia.
También debemos enfocar nuestro pensamiento y nuestra actitud de un modo que nos refuerce y nos empuje hacia delante, dejando de ir a remolque de las circunstancias.
La vida es un viaje apasionante, no exento de peligros. La vida es cambio continuo. Son las normas del juego que hemos venido a experimentar en este plano. No aceptarlo es resistirse a vivir.
Las circunstancias que nos ha tocado vivir son las que son. Cómo las vivimos cada uno es una decisión personal. Personalmente elijo vivirlas disfrutando del momento presente, y aprovechando la oportunidad que se nos ha presentado delante para crecer interiormente, y para ayudar a cuantas más personas mejor a que también puedan vivirlo del mismo modo.
Ricardo Eiriz
Embajador de la Paz y la Buena Voluntad de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México) ante la UNESCO.
Creador del Método INTEGRA®
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