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Terminemos pues nuestros ciclos en la vida sanamente, cerremos los círculos, ya sea cuando terminemos la carrera, un diplomado, un curso de cocina, la relación de años con el novio, un divorcio, el cambio que es mudarse a otra ciudad, cambiar de niña a mujer o de adolescente a adulto, debemos estar dispuestos a verlo como algo natural y por situación humana, aceptar cualquier cambio pues es lo que nos toca vivir.

Aceptemos y cerremos adecuadamente un círculo sin tristeza, sin rencores, al contrario con una gran sonrisa y la esperanza de que tendremos siempre algo nuevo para mañana.

Bueno, siempre habrá la nostalgia del primer amor, o dejar de ver un amigo, o simplemente ver crecer a nuestros hijos cuando quisiéramos verlos siempre pequeños, inocentes con la gracia propia de la infancia.

Tantas cosas que quisiéramos tener por siempre, como la juventud o un cuerpo hermoso, sin arrugas ni defectos, sin enfermedades, pero como somos humanos eso no es posible, somos seres cambiantes que tenemos un ciclo nuevo cada siete años, pero también cada mes, cada año, hasta cada día y cada hora podemos cambiar nuestra actitud ante la vida.

Tengamos a la mano una esperanza nueva, recordemos que hay que probar el sabor amargo para entonces conocer y volver a saborear la inmensidad de sabores y colores que nos ofrece el vivir.

La vida es una caja de sorpresas que debemos abrir todos los días, pues ella, siempre nos estará esperando para vivir, no dejemos de abrirla, porque tenemos la responsabilidad de ser felices y aprender día a día, minuto a minuto cosas que no debemos perdernos.

¡Cerremos ciclos y abramos nuevos, es nuestra obligación!