En un país de más de 110 millones de habitantes suena ridículo afirmar que todos los especialistas de un sector económico pudieran conocerse, pero, por increíble que parezca, en México prácticamente todos los llamados expertos en telecomunicaciones en algún momento nos hemos cruzado en el camino. A veces como aliados, como autoridades y regulados, y, sin duda, hasta como contrapartes. Y es que es un ramo altamente técnico y son pocos los jugadores, tanto en el sector público como en el sector privado.
Por ello, casi nadie -salvo honrosas excepciones, como el presidente de la Cofetel, Mony de Swaan; el académico Raúl Trejo Delarbre; el senador Javier Corral; la presidenta de la AMEDI, Aleida Calleja, entre otros- puede, honestamente, afirmar nunca haber prestado servicios para alguna de las empresas reguladas. Vamos, ni siquiera las instituciones de investigación y la academia en general.
En ese sentido, considero una obligación moral asentar que soy diputada federal independiente y que honrosamente formo parte del grupo parlamentario del PRD, que me dio la oportunidad de contender por el cargo. Que de 1995 a mediados de 1997 trabajé para Iusacell, hasta que fui invitada a salir del país por mi actuación "políticamente incorrecta" en contra de Telmex y su principal defensor, el entonces secretario de Comunicaciones, Carlos Ruiz Sacristán, y su subsecretario y poco después presidente de la Cofetel, Javier Lozano Alarcón.
También que, después de haber trabajado en el vecino país del norte para MCI y en Brasil para la Empresa Brasileira de Comunicaciones, fui invitada a colaborar en México con el grupo español Telefónica-Movistar a fines de 1994. Que en nombre de dicha empresa llevé a cabo negociaciones y, en algunos casos, alianzas, con Maxcom, Bestel y Televisa, entre otras. Que durante cinco meses en este gobierno fui subsecretaria de Comunicaciones, cargo al que renuncié por serias diferencias con el entonces titular de la Secretaría.
Igualmente, que un año después me aboqué a la tarea de propiciar el interés de grupos privados -en algunos casos sin remuneración- de participar en la licitación de la tercera cadena de televisión digital porque estoy convencida de que es imperativo contar con pluralidad mediática para diluir el poder político de los dos únicos grupos con cadenas nacionales de televisión abierta; y que si bien por obligación de confidencialidad no puedo revelar el nombre de los interesados con los que trabajé, afirmo categóricamente que ninguno tiene algo que ver con Carso, MVS, Telefónica, Televisa, Grupo Salinas o cualquier operador actual.
También, por convicción y porque el sindicato de trabajadores de telefonía coincide con mi visión de la necesidad de propiciar la inversión en infraestructura de telecomunicaciones en México, inclusive la de Grupo Carso, desarrollé para el ex diputado Francisco Hernández Juárez la iniciativa de Ley de Redes, Sistemas, Contenidos y Servicios en Banda Ancha, que fue presentada a fines de la legislatura pasada, y que espero revivir.
Ahora que he puesto mis cartas sobre la mesa, me siento con la autoridad moral para preguntar y obtener respuesta de mi colega diputado Federico González Luna, recién designado presidente de la Comisión de Radio y Televisión de la Cámara de Diputados, respecto a si mantiene su posición en favor de las reformas a la Ley Federal de Telecomunicaciones, y a la Ley Federal de Radio y Televisión, conocidas como "Ley Televisa", de las que fue redactor por encomienda de esa televisora. Asimismo, le pregunto si persiste en sus opiniones contrarias a la reforma electoral de 2007, que tanto enoja a las televisoras. Mismas que ha dejado plasmadas en sus colaboraciones en el diario El Financiero -y que supongo eran propias de las labores que desempeñaba como asesor de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión, pero que no necesariamente reflejan su opinión personal.
También cuestiono a mi colega diputado Fernando Jorge Castro Trenti, recientemente nombrado presidente de la Comisión de Comunicaciones, ¿qué es lo que intenta al atacar al actual presidente de la Cofetel, arriesgándose al ridículo afirmando causales que, aun si fuesen ciertas, serían insuficientes para su remoción? ¿Tendrá algo que ver con la obstinación de De Swaan de llevar adelante la licitación de la tercera cadena de televisión, con la que las televisoras están tan en desacuerdo?
Como política, soy neófita, y ciertamente su cercanía con el coordinador de bancada me pudiera hacer pensar que no necesariamente es vasallo de los grupos televisivos, pero empiezo a cuestionar si no seré yo la que no entiende.
Probablemente, en este juego no somos 132, tal vez hasta pudiéramos ser 249, pero ni así seríamos mayoría.
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